“Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto” (Juan 11:21,32)
Con estas palabras que contienen una mezcla de expresión de dolor, de tristeza, de lamento, y hasta de cierto reproche, las hermanas de Lázaro, residente de Bethania, Marta primeramente y después María, coincidieron en decirle al Señor Jesús, cuando les visitó al saber de la muerte de Lázaro.
No obstante, como lo confirmó María, de que sabía perfectamente que su hermano “resucitaría en el día postrero” al ver que su hermano había muerto, en su naturaleza humana, sufría esa pérdida de vida; pérdida que le causaba como ya lo dije de su expresión, dolor, tristeza, y una grande necesidad de consuelo.
Cuánto sufriría esta familia por la muerte de su amado hermano Lázaro, y qué expresión más grande de dolor reflejaban, que el mismo Señor Jesús lloró, como lo refiere Juan 11:35; no obstante el saber el propio Hijo de Dios, que tenía el poder de resucitarlo en ese mismo instante, como lo hizo; sin embargo, Jesús lloró, no por la muerte de Lázaro a quien amaba junto con sus hermanas; El Señor lloró, conmovido en espíritu e incluso causándole turbación, por el grande sufrimiento que veía en quienes lloraban la muerte de Lázaro.
No obstante el relato anterior, de esta historia narrada en el Evangelio de Juan capítulo 11, hay algo más que sobresale y que como en su momento fue un grande aliciente para la familia de Lázaro, es lo expresado por el Señor Jesús, en ese mismo evento: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…” (Versículos 25-26) Palabras de aliento, de consuelo, de motivación que hoy por hoy, siguen vigentes y que también nosotros, los que tenemos el infortunio de perder a un ser querido, debemos tomar, para responder la pregunta que el Señor hoy nos hace, de la misma forma que la hizo a Marta: ¿Crees esto? Que nuestra respuesta sea con esa misma seguridad y fe de aquella mujer que respondió: “Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (versículo 26-27) y con ello, se pueda complementar lo que el Apóstol Pablo señala: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús” (1ª Tesalonicenses 4:14-15).
Un fraternal abrazo a los hermanos que sufren el dolor ante la muerte de un ser querido, a quienes recordamos, lo dicho también por el Apóstol Pablo: “Que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”
Fraternalmente
Min. Elí Ortiz Fuentes.
2 comentarios:
Disculpe hno puede un cristiano verdadero morir por causa de enfermedades ?quisiera respuesta con bace biblica porfavorsito muchas gracias mi correo es perlaangeles16@yahoo.com
Buen día, hemos atendido tu solicitud, se te enviara una respuesta por correo... mientras tanto tal vez te interese el siguiente articulo: http://idd-cozumel.blogspot.mx/2012/07/la-muerte-de-los-santos.html
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