El hombre nacido de mujer

Desde el principio de los tiempos la ciencia ha buscado descifrar el misterio de la vida y desde luego la complejidad de la muerte, sin embargo tras años de investigación donde los postulados y las hipótesis no alcanzan para satisfacer las preguntas planteadas; las interrogantes siguen siendo las mismas. 

Para nosotros la Iglesia de Dios dichas preguntas están contestadas en la Escritura, el mismo Dios manifiesta que él es el único que da la vida y la quita, que hace descender al sepulcro y en él habita todo el poder de obrar maravillas. Los versículos de la Biblia son claros al manifestar que los hombres sobre la tierra tienen un tiempo determinado, la historia nos muestra que en el principio aquellos hombres llegaban a vivir muchos más años que nosotros; seiscientos u ochocientos años no eran algo fuera de lo común sin embargo, en nuestra actualidad eso no es común, llegar a ver a una persona que sobrepase los noventa años es algo extraordinario. 

¿Por qué pensar en lo anterior? El libro de Job menciona algo digno de reflexionar: “El hombre nacido de mujer, corto de días y harto de sinsabores, que sale como la flor y es cortado; y huye como la sombra y no permanece.” Job 14:1-2. Una vez que iniciamos esta carrera sobre la tierra, tenemos todos un suceso, esto es la muerte, por ello Job mencionaba lo fugaz que es la presencia del hombre sobre la tierra y lo compara con lo efímero de una flor y la velocidad con que avanza una sombra, es decir, muestra claramente que son pocos los días, sin embargo esto nos debe instar a ocuparnos de la mejor manera. 

Todos los días nos ocupamos de hacer nuestras actividades cotidianas y cumplir con nuestras metas profesionales y académicas, dentro de estas metas y objetivos debemos integrar nuestra vida espiritual de tal manera de ocupar bien nuestros días para ser mejores siempre, cada mañana al despertar nuestra lucha debe ser por cumplir los mandamientos de nuestro Dios de tal manera que esto nos haga avanzar en nuestro camino espiritual, ejercitándonos por medio de esas actividades que nos acercan más a Dios, en oración, en ayuno, nutriéndonos de la Palabra de Dios, venciendo todo aquello que se presente a fin de obtener la corona que se nos ha prometido. 

El apóstol Pablo comparaba lo anterior con aquellos hombres que corrían en los estadios por el reconocimiento de los asistentes y con la idea de recibir una corona material, en sus palabras enseñaba que ellos corrían por algo que no perduraría, pero nosotros podemos correr no por una corona material sino por una corona de vida eterna. Sigamos firmes en esta carrera, y a pesar de lo angosto del camino y de las dificultades que encontremos sabemos claramente que al final del camino estará esperándonos la bienaventuranza de la vida eterna, el reino preparado para nosotros desde la fundación del mundo. 

Fraternalmente 
Comité Editorial VOZ JUVENIL

No hay comentarios: