La Iglesia de Dios, seguirá edificándose hasta que se termine el tiempo de esta dispensación, en el que tenemos la oportunidad de aceptar o rechazar al Señor: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.” Mateo 24:14.
Mientras tanto, es deber de nosotros seguir construyéndonos como cuerpo de Cristo, y no permanecer en una niñez espiritual, corriendo el peligro de ser seducidos por doctrinas humanas. Por eso el Apóstol Pablo nos amonesta a seguir la verdad en amor, creciendo en todas las cosas, en aquel que es la cabeza de la Iglesia el cual es Cristo: “Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que hinche todas las cosas en todos.” Efesios 1:22-23.
La palabra de Dios cumple la función de alimentarnos en las diferentes etapas de nuestra vida, cuando se es niño: “Desead, como niños recién nacidos la leche espiritual, sin engaño, para que por ella crezcáis en salud;” 1ª Pedro 2:2. Y cuando se es adulto: “Que cualquiera que participa de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño; mas la vianda firme es para los perfectos, para los que por la costumbre tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” Hebreos 5:13-14.
El Apóstol Pedro por su parte nos representa “como piedras vivas”, es decir, que somos una Iglesia en movimiento, que debe avanzar, no somos piedras muertas, estáticas, porque depende de nosotros que este edificio, siga construyéndose; recordemos que nuestro cimiento (fe), debe estar sobre la roca, peña (Cristo), y no sobre la arena (hombre). “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, combatieron aquella casa; y no cayó; porque estaba fundada sobre la peña. Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron ímpetu en aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” Mateo 7:24-27.
Siempre será más difícil hacer lo malo que lo bueno, desobedecer que obedecer, destruir que construir, sin embargo el Señor Jesús dijo: “Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.” Mateo 24:13. La Predicación del Evangelio, es imprescindible para que este edificio se siga construyendo; por lo cual es nuestra responsabilidad darlo a conocer.
“Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15.
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