Haciendo Tesoros en el Cielo

“No hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan; más haceos tesoros en el cielo donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan.” Mateo 6: 19, 20.

Con estas palabras el Señor Jesús daba a entender la importancia de atesorar las cosas espirituales, ya que él veía que mucha gente daba más importancia a las materiales, no porque al Señor le fuera indiferente que se tuviera algún bien material, pues comprendía que esto se anteponía a las cosas de Dios, es decir, a las espirituales. Podemos darnos cuenta que este mal proviene de tiempo atrás, ya que el hombre siempre ha buscado más lo material, sin importarle que pueda pasar por alto los mandamientos de Dios.

Cuando se envía el mensaje a la Iglesia de Laodicea, ésta responde diciendo: “…Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa...” Apocalipsis 3:17. Hoy le sucede esto al más joven y a todo aquel que olvida que todas las cosas proceden del amor y la misericordia de nuestro Dios, y entonces comenzamos a hacer tesoros en esta tierra.

Cuando en nuestro trabajo nos va bien y tenemos una buena casa, un auto, ropa, la oportunidad de viajar con la familia, nuestros hijos asisten a escuelas particulares, y cuando a estas personas o hermanos se les pregunta, ¿Por qué no asisten a la Iglesia? Probablemente la respuesta inmediata es: “Porque no tengo tiempo,” “Tal vez mañana iré,” o aún más: “En este momento no tengo necesidad de Dios.” Es aquí cuando nos vemos claramente como aquella Iglesia de Laodisea. Que decía: “...no tengo necesidad de ninguna cosa.” Ya que no alcanzamos a entender que lo material es efímero, es decir, pasajero y no nos damos cuenta.

Sin embargo en este mismo relato para aquella Iglesia dice: “…¡Ojalá fueses frío, ó caliente! más porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15,16. Lo anterior nos demuestra la tibieza espiritual que tenemos, la cual es reprobada por Dios, Él no quiere un pueblo de tibieza o frialdad espiritual, sino uno lleno de fe, dispuesto a servir a su Dios bajo cualquier circunstancia, ya que si no lo hacemos así, entonces nos vomitará de su boca, es decir nos desechará de su presencia, descubriendo nuestras vergüenzas espirituales, tales como la desnudez y la ceguera.

La amonestación de parte de Dios, para que no vivamos de esta forma es: “Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.” Apocalipsis 3:18. Para que no nos suceda lo anterior, el Señor nos pide que compremos oro afinado con fuego, es decir su Palabra, la cual guiará nuestra vida de una manera especial, así lo dice el rey David: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera á mi camino.” Salmos 119:105, esto seguramente hará que demos los frutos que el Señor quiere de nosotros. “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5: 22, 23.

UN EJEMPLO REAL

En una ocasión el Señor Jesús encontró un joven que le preguntó: “…Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es á saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.” Mateo 19: 16, 17. Consideraremos esta primera parte de este encuentro entre el Señor Jesús y este joven, primordialmente debemos notar la insistencia de querer saber cual era la forma para alcanzar la vida eterna, ya que pese a su juventud ansiaba poder lograr este propósito, mismo que en la actualidad pocos jóvenes o adultos se preocupan por alcanzar, al estar enfocados en obtener cosas materiales, en vez de buscar bendición, y dejar que el Señor dé la respuesta sobre cómo puede llegar a lograr su objetivo, para esto menciona uno a uno los mandamientos que se requieren obedecer, y cuando Jesús termina, el joven le responde: “…Todo esto guardé desde mi juventud, ¿Qué más me falta?.” Mateo 19: 20.

Una vez más el joven expresa algo importante diciendo que él había observado todos estos mandamientos e insiste, ¿Qué más me falta? A lo cual el Señor responde: “…Anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres…” Mateo 19:21, con esto aquel joven comprendió que si bien había observado los mandamientos de Dios, las riquezas materiales le impedían ser un buen servidor de Dios, ya que se tenía que despojar de todas sus posesiones para darlas a los pobres, entonces se fue triste, quizá pensando, ¿cómo es posible que tenga que dar todas mis riquezas a los pobres?

Se ha puesto a pensar en algún momento que si tuviéramos muchos bienes materiales y si viéramos a algunos de nuestros hermanos muy necesitados, ¿les daríamos algo? ¿Seríamos capaces de despojarnos de una parte de nuestros bienes para darlo a la Iglesia?

Dicen que una ocasión un hermano se acercó al pastor de la iglesia y le dijo: Hermano aquí está un “cachito” de un billete de lotería, ore por él y si me saco el premio mayor, doy el diezmo para la iglesia, a lo que el pastor le respondió: hermano yo no oro a Dios por estas cosas, porque estoy seguro que si así fuera, usted se acordaría de todo menos de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo decía: “Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Lucas 12:15, y a esto pone una parábola de un hombre que había almacenado muchos bienes y Dios le pregunta: “Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.” Lucas 12:20,21.

De esto el Señor prevenía a sus discípulos y les ponía como ejemplo a los cuervos que no siembran, ni siegan, sin embargo nuestro Dios los provee de su alimento, o los lirios que no labran, ni hilan y que ni aún Salomón se pudo vestir como uno de ellos, por lo tanto no hay que preocuparse de que comeremos o beberemos el día de mañana, ya que nuestro Padre sabe las cosas de las cuales carecemos, pero notemos lo importante. “más procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.” Lucas 12:24-31. Cuán difícil es entonces poder hacer verdaderos tesoros en los cielos, ya que el mundo actual ha olvidado todos los valores que nuestro Dios ha puesto de forma inherente en el hombre, su forma desmedida de avaricia lo ha hecho olvidarse de estos valores básicos, y lo único que ha logrado es que Dios se aleje de él.

Basta con mirar un poco a nuestro alrededor, para darnos cuenta como se ha ido deteriorando la vida del hombre, por ejemplo: cuantos sorteos de juegos existen, supuestamente para volverse rico en segundos, tan sólo haciendo una llamada por teléfono; adivinos o brujos que se anuncian por los periódicos, poniendo ejemplos de gente que se ha aliviado de alguna enfermedad grave, a los cuales sólo se les indicó tomar algún brebaje o encomendarse a un ídolo; lo más grave aún, la delincuencia a gran escala en nuestro país, antes era usar un arma y amagar a la víctima, ahora son armas de alto poder para efectuar asaltos, secuestrar personas inocentes; y finalmente el gobierno aprueba el matrimonio en personas del mismo sexo y que a más de esto puedan adoptar niños, de aquí podríamos mencionar una larga lista de hechos que nos demuestran que el hombre ha tomado caminos equivocados olvidándose por completo de Dios, dando lugar a la carnalidad y al pecado en todas sus formas.

Estimados hermanos jóvenes y lectores de esta revista, hoy el Señor quiere que vivamos conforme a su voluntad, apartándonos de todo mal, buscando mejorar nuestra vida espiritual, haciendo frutos dignos de arrepentimiento.

No olvidemos que el Señor nos ha dado un lugar especial, así lo dice el Rey David: “Pues le has hecho poco menor que los ángeles, y coronástelo de gloria y de lustre.” Salmos 8:5. A más de esto el Apóstol Pedro declara: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable.” 1ª Pedro 2:9.

Vamos entonces a hacer verdaderos tesoros en el cielo, para que cuando el Señor regrese por segunda ocasión a este mundo, traiga la corona de vida eterna, la cual esperamos, y así mismo reinemos con él por mil años.

Ministro David Vázquez Cid de León
El Salado, Estado de México

1 comentario:

José Luis Navarrete dijo...

Quiero decirles que este trabajo está muy bien. Al día de hoy, en un mundo que agoniza, hay que llevarles a Jesús, que vive.
Que sea el comienzo de nuevos horizontes, y este trabajo rinda los frutos por la dirección de Dios para que siga poniendo en sus corazones, la fuerza y la voluntad para no dejar de hablar a las gentes de Dios.