El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores: que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece. Job 14:1-2
Nosotros los seres humanos no podemos saber el día de nuestra muerte, desde el día que nacemos estamos expuestos a dejar de existir, bajo cualquier circunstancia, ya sea por enfermedad, en un accidente, etc.
Nadie conoce su día, nadie sabe la hora, el poder de la vida depende de Dios, él es el autor de ella.
Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. Gen 2:7. Del polvo fue tomado el ser humano, un ser inerte sin vida, sin movimiento, el soplo de Dios le dio la vida, es por esa razón que Dios tiene la facultad de retirar la vida del ser humano.
Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo: yo hago morir, yo hago vivir: yo hiero, y yo curo: y no hay quien pueda librarse de mi mano. Deut. 32:39. Efectivamente nadie puede librarse de la mano del todo poderoso, sin importar el color, raza, posición social, etc.
Así como muere el rico así muere el pobre, ambos dejan de ser; ni el dinero puede librar al rico de la mano del Dios que todo lo ve y que todo lo puede.
Porque el suceso de los hijos de los hombres y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren unos así mueren los otros… Eclec. 3:19 y concluye salomón así: todo va a un mismo lugar, todo es hecho del polvo, y todo se tornará en el mismo polvo. Eclec. 3:20
Los días del ser humano son cortos, Job lo compara con la hierba del campo que da su flor y es cortado; el apóstol Pedro nos confirma este hecho: porque toda carne es como la hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba: secose la hierba y la flor se cayó. 1 Pedro 1:24. Es así como se compara la vida del hombre, corto de días y harto de sinsabores, porque si viviere aquel mil años dos veces, si no ha gozado del bien, cierto todos van á un mismo lugar. Ecle. 6:6
Debemos entonces aprender a valorar la vida, disfrutando lo que Dios nos da día con día, no pensando en el mañana ya que cada día trae su afán. Vivamos nuestra vida cada día en el temor de a Dios, poniendo en sus manos nuestra necesidad, él será amplio en proveer lo que realmente necesitamos. Porque él que quiere amar la vida, y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño; apartase del mal y haga bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos á sus oraciones: pero el rostro del Señor esta sobre aquellos que hacen mal. 1 Pedro 3:10-12
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