Redimiendo el Tiempo

“Para todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo:” Eclesiastés 3:1

Durante la dinámica de una Reunión Regional Juvenil a algunos jóvenes que estaban parados, algo nerviosos enfrente, se les hizo la siguiente pregunta: sobre qué tanto estaban dedicados o consagrados a Dios... Cada uno de los jóvenes fue dando sus respuestas en base a porcentajes. Entre 50% y 70 % fueron las respuestas. Si cambiamos un poco la pregunta y lo enfocamos al factor tiempo, entonces preguntaríamos: ¿Qué porcentaje de nuestro tiempo es el que dedicamos a nuestro Dios? La respuesta no debe darse al azar. Tiene que haber un análisis serio y reflexivo en cada uno de nosotros.

El cuarto mandamiento dice: “Acordarte has del día de reposo, para santificarlo: Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios…” Éxodo 20:8-10. Hagamos el siguiente ejercicio porcentual: Considerando que una semana representa un 100%, ¿qué porcentaje representa el día séptimo, que dedicamos a Dios? Si obedecemos fielmente el mandamiento; estaríamos dedicándole el 14.28% (100 entre 7=14.28) ¿Nos conformamos o creemos que Dios se conforma con esto? Mateo 13:23 dice: “Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta.”

El rango mínimo que encontramos en el versículo mencionado es 30. Como estamos manejando porcentajes; entonces, debemos tener como mínimo un 30% de dedicación a nuestro Dios. ¿Cuánto nos hace falta para un 30% si ya tenemos con el sábado un 14.28%? (30 – 14.28) Nos falta un 15.72%. Esto lo podemos complementar con los seis días restantes de la semana: ¿Cuánto tendríamos que hacer diariamente? (15.72 entre 6). Tenemos que hacer 2.62% cada día.

El 2.62% de 24 (que son las horas del día) nos resulta 62. ¡Ni siquiera una hora diaria! ¿Saben a cuantos minutos equivale .62%?: Como ahora trabajaremos con minutos y no con horas; eliminamos el punto y multiplicamos 60 (que son los minutos que contiene la hora) por 62%= 37.2. Nos resultan exactamente 37 minutos con 12 segundos (12 segundos porque 12 es la 5ª parte de 60 y 2 es la 5ª parte de 10) Este resultado, si lo multiplicamos por 6 días, nos da 223 minutos que equivalen a 3 horas 43 minutos. Cerremos este tiempo en 4 horas.

Por algo, entre semana tenemos 2 reuniones (domingo y miércoles; viernes no, porque es parte del sábado) Si a cada reunión le invertimos 2 horas, tendríamos las 4 horas que nos hacían falta para completar un 30%. Realmente 30% de tiempo a Dios es poco, pero es entonces cuando debemos valorar los días y momentos de reunión para entregar todo nuestro ser al Dios Altísimo con toda devoción y reverencia. Ef. 5:16. ¿Queremos hacer más? Leamos Lucas 17:10. Dios quiera bendecirnos más.

Alguna vez leí que el mundo no conoce el mensaje de Dios para los “tiempos del fin,” mucho menos que los está viviendo, así que la Iglesia de Dios debería estar a la expectativa de las señales de los últimos tiempos. Esto se hace cada vez más evidente al contemplar los sucesos diarios, los cuales nos hacen estar seguros que “Ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos.” Romanos 13:11. Por lo tanto debemos aprender a “redimir el tiempo” porque los días son malos, la exhortación es para no ser “imprudentes, sino entendidos.”

El mundo no entiende las señales proféticas de los tiempos del fin, pero el pueblo de Dios debe estar al tanto de los días que vive pues “Ninguno de los impíos entenderá, pero entenderán los entendidos.” Daniel 12:10.; “Por tanto, no seáis imprudentes sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:17.

El mundo experimenta tiempos difíciles y peligrosos, como lo dice 2ª Timoteo 3:1, se sumerge cada vez más en sus propios pecados, y “el tiempo es corto,” 1ª Corintios 7:29. Así que “Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios Vivo.” Hebreos 3:12.

La Iglesia de Dios debe ser entendida de la voluntad del Señor, comenzar un proceso purificador, vivificante, dejar atrás la indiferencia espiritual, ser la pregonera de justicia que el mundo necesita, estar atenta al llamado de Dios, “Porque cuando viniere de repente, no nos halle durmiendo. Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad.” Marcos 13:36-37. Desechar la incredulidad, mantener ardiendo sus lámparas con el aceite del Espíritu Santo, estar presta a recibir al Esposo, como las vírgenes prudentes que leemos en Mateo 25:1-13. “Y esto conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos. La noche ha pasado, y ha llegado el día: echemos las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia; Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos.” Romanos 13:11-14.

¡Despiértate tú que duermes!

El tiempo es una magnitud física que separa acontecimientos susceptibles a cambio de aquellos que son observables, es decir, el período que sucede y que posee una variación que el observador puede percibir.

La fórmula de la santidad es directamente proporcional al tiempo que le dedicas a Dios y a tu vida espiritual. Por esta razón el Apóstol Pablo en su carta a los Efesios nos exhorta a dejar la necedad de andar desapercibidos ante los tiempos y despertar para ser sabios entendidos acerca de la voluntad de Dios. (5:14-17)

Daniel de los Santos
Coatzacoalcos, Veracruz
Obrero Adriel Neri Medrano
Fresnillo, Zacatecas.

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