La epístola de Santiago 2:14-26, habla entre muchas otras cosas de la importancia de las obras en nuestras vidas, ¿qué provecho hay si alguno tiene fe y no tiene obras? Así también la fe sin obras es muerta, por lo que entendemos que es indiscutible que la fe se muestra a través de las obras.
Pero ¿Cómo empezar en el proceso de hacer obras para Dios? Cuando al joven de la iglesia de Dios se le pide meditar en las obras que exige nuestro Dios, inmediatamente pensamos en visitar algún enfermo, quizá, salir a las calles a compartir ropa o alimentos, o simplemente poder llevar la Palabra de Dios a algunos hogares como también lo exige su doctrina, ir por todo el mundo y predicar el evangelio.
Cuando algún vendedor promociona su producto, es sumamente necesario que esté convencido de lo que está ofreciendo, de esta forma ante los compradores gana credibilidad y logra su venta. La fe es una herramienta que Dios ha puesto en nuestras vidas, y que debemos utilizarla para hacer obras. Pero si no estamos del todo convencidos, quizá sea ésa la razón por la que aún no realizamos alguna obra.
¿Por qué no hacer una gran obra pero dentro de nuestras vidas?
Dios exige jóvenes entregados y comprometidos con lo que creen, con la fe que profesan, en su infinita sabiduría, Dios hace a cada ser humano diferente, no tenemos los mismos ojos o tonalidades de piel, pero el ser un joven diferente no se limita a las características físicas, si no al potencial humano que cada uno es capaz de alcanzar.
Creemos que el asistir al templo y pertenecer a una fraternidad nos hace jóvenes de la Iglesia de Dios y con gusto esperamos una próxima Convocación Nacional Juvenil, porque ahí van los jóvenes de la Iglesia, “y yo soy uno de ellos.”
Lucas 17: 7-10 “¿Y quién de vosotros, teniendo un siervo que ara ó apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice; Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: prepárame la cena, cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido; y después de esto come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no, Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid, siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, eso hicimos.”
Muchas veces nos hemos consolidado como hijos de Dios “ordinarios,” dejando en el aire lo que pide Dios para un siervo que guste ser útil. Estos versículos hacen ver nuestras actividades dentro de ciertos parámetros, y podemos decir que en esos parámetros, al hacer lo que se nos es ordenado ya logramos ser inútiles, quién no hace lo que Dios ordena, ni siquiera llega a ser un inútil, por eso quien quiera dejar el escalón de los inútiles es sólo la persona que hace más de lo que se le ordena.
Es importante para Dios que cada cosa que hagamos le agreguemos algo más, algunos elementos que complementen y saquen al joven ordinario convirtiéndolo en un joven extraordinario. Gramaticalmente la diferencia radica en unas cuantas letras pero en la realidad seguramente hay muchas actitudes que complementan ese “extra.”
Cada esfuerzo adicional es recompensado, el amo no le pregunta al siervo si está cansado, simplemente le dice cíñete y sírveme, si el siervo hubiera concluido con su jornada laboral, pronto estaría en su casa o con los demás siervos, Pero al atender las exigencias del amo, tuvo la oportunidad de comer de su mesa, el siervo obediente al final de la jornada, recibe un mejor alimento y mayor bendición.
Es necesario sentirnos diferentes por el simple hecho de haber escogido tomar el arado, y hacer notar esas diferencias rompiendo todos los paradigmas existentes, muchas veces somos influenciados por una sociedad pasiva y conformista, pero ¿Quién ha marcado los procesos sociales?
Vemos en las escuelas primarias niños de 10 años en quinto de primaria, ¿Cuántos de ellos habrán leído libros de sexto grado? ¿A caso no tienen la capacidad para hacerlo? Claro que la tienen, puedes ver que en Asia los niños ya hacen cálculos que en México se hacen hasta la universidad, pero la sociedad marca hacer sólo lo que nos toca, sólo la tarea que la maestra dejó, investigar únicamente los temas que se pidieron, convirtiéndonos tristemente en siervos inútiles.
Por eso es importante recordar en cada una de nuestras actividades que no somos iguales a los demás y estar en el mundo sin pertenecer a él. Piensa que cada cosa que hagas puedes hacerla mejor sin encontrar un límite, a fin de cuentas el beneficio es personal.
¿Qué te impide dar ese fruto? Juan 15:2. “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará, y todo aquel que lleve fruto lo limpiará para que lleve más fruto.”
Cuando pasamos el proceso de convencimiento y hemos tomado la decisión de pertenecer al pueblo de Dios, rindiéndonos a Él, es necesario someternos a una limpieza. Podar es un método que parece doloroso y radical cuando vemos cortar las hojas de los árboles frutales, sin embargo es necesario para que el árbol dé fruto.
Aunque vamos envejeciendo exteriormente, Debemos de ir renovando el interior, “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.” 2 Corintios 4:16-17. Esto quiere decir que el amor del Creador te dice: no te preocupes yo te voy a ayudar, aunque te duela.
Marcos 11:12-13 narra la situación de la higuera ante Jesús la cual, no dio frutos, pero hay ciertos puntos que me gustaría destacar:
Lo que Jesús halló fueron sólo hojas, pero él estaba lejos, no se alcanzaban a ver los frutos, simplemente una higuera frondosa, quizá podemos interpretar que halló a uno de nosotros en una reunión juvenil, vestido decentemente, hablando cosas elocuentes, cantando himnos y de lejos, a cualquier persona le pareceríamos, unos hijos de Dios completamente entregados a Dios, pero al acercarse, tristemente Jesús no vio fruto alguno, probablemente porque aún el joven no está convencido verdaderamente y sólo goza de aparentar algo que quisiera ser. Lo sabe aparentar de lejos con muchas hojas, pero Dios ve el corazón, y con tristeza ve que el joven se niega a despojarse del viejo hombre, conservando aún aquellos detalles que impiden la completa comunión con Dios porque le duele ser podado por completo.
Otro aspecto que resalta en esta historia se refiere a que “aún” no era tiempo de higos, ¿Cuántas veces negamos la entrega total a Dios por que aún no es tiempo, según nosotros? Y nos negamos cuando nos solicitan algo que no nos corresponde hacer porque simplemente no nos toca hacerlo. Eso es lo que Dios necesita, no una higuera ordinaria que pueda anteponer pretextos, “aún no, eso no me toca a mí, todavía no es mi tiempo Señor, déjame disfrutar a mis amigos junto con sus gustos.”
Ante la cruda realidad del mundo, Dios necesita producir y reclutar en sus filas jóvenes de éxito, que hayan triunfado ante ellos mismos, quitando todo pecado, logrando la santidad. Para lograrlo tiene que quitarles eso que estorba.
Por eso deja que Dios obre en tu vida, déjate ser podado, puede ser que duela pero Él será contigo, Él puede limpiar toda maldad, pero sólo si tú dejas que lo haga, si tú no quieres no pasa nada, pero no digas ser diferente cuando no lo eres.
Sométete a una cirugía espiritual para extirpar esos tumores que tanto dañan tu cuerpo, no veas el dolor, sino el beneficio, quita esas situaciones que impiden tu bienestar y crecimiento, si te has decidido a seguirle, el Señor te manda cortar tus pecados. Y cuando hayas triunfado en ese proceso de limpieza, antes de reprimir lo dejado atrás, piensa en cuántos necesitan sentarse bajo tu sombra y comer de tus frutos.
“… no pretendo haberlo alcanzado… pero me olvido de lo que queda atrás, y me extiendo a lo que está adelante.” Filipenses 3:13
El Señor está esperándote con su infinita misericordia, sólo falta el ingrediente especial para él y es tu ser, el cual necesita ser flexible para poder extenderse. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17. La obra más importante que puedes hacer es el proceso de limpieza, podar tus pecados, y así, ofrendar a Dios frutos gratos y sinceros, que seguramente te traerán bendición.
Jazziel González Melo
Actopan, Hidalgo
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