YO SOY JESÚS ¡A QUIEN TU PERSIGUES!

La conversión de Saulo es un ejemplo digno de seguir… Le invitamos a leer como se realizo este hecho milagroso.

Hace cerca de veinte siglos, un hombre importante, gallardo y soberbio se dirigía a la ciudad de Damasco. Su nombre: Saulo de Tarso. Su misión: prender, matar y perseguir sin misericordia a los miembros de la IGLESIA DE DIOS, el movimiento cristiano que se extendía rápidamente.

Pero algo asombroso sucedió y cambio radicalmente la vida de aquel hombre.

¿QUE SUCEDIÓ?

En su camino hacia Damasco, en su desenfrenada carrera contra los seguidores de Cristo, súbitamente le apareció un resplandor celeste más intenso que la luz del sol y lo cegó. Saulo cegado, cayó a tierra y allí escuchó una voz potente que decía: “Saulo, Saulo; ¿por que me persigues?” El quedo espantado, pues oyó la voz, pero no vio figura alguna.

El arrogante Saulo, ahora humillado y confuso dijo: ¿Quién eres Señor? y Cristo dijo: Yo Soy Jesús a quien tu persigues; dura cosa es dar coses contra el aguijón. El temblando y temeroso dijo: Señor ¿Qué quieres que yo haga?

La personalidad de Saulo

Saulo fue un acérrimo enemigo del cristianismo mientras vivió apegado a su religión. Su exagerado celo por la religión judía lo convirtió en un verdadero y peligroso fanático.

En Saulo de Tarso (como en muchos más) se cumplieron las palabras proféticas de Cristo, quien dijo: Aun viene la hora, cuando cualquiera que os matare pensará que hace servicio a Dios. “(Juan 16:2)

Cuando Esteban fue apedreado y murió a manos de la gente pecadora, Saulo consintió y aprobó y aún se glorió de aquella muerte. Consulte Hechos 8:1-3. Saulo pensaba que así estaba sirviendo celosamente a Dios en su religión.

El creía - como muchos hoy - que solo su religión contenía la verdad y justicia, y que fuera de ella todo era mentira. Por eso, se consideró con derecho para ofender, maldecir, injuriar, perseguir, castigar y aún matar a todos lo que no creyeran como el. Por eso Cristo le salió al encuentro para hacerle conocer su error.

Cuan duro fue para Saulo darse cuenta que estaba persiguiendo a aquellos hombres que eran los verdaderos adoradores del Altísimo y que formaba la IGLESIA DE DIOS, la cual Cristo gano por su sangre.

UN EJEMPLO DE CONVERSION

Cuando Saulo fue cegado y escuchó el reproche de Jesucristo por el daño que hizo a Él y a su pueblo, comprendió que su conducta y religión eran equivocadas y reconoció su falta. Entonces arrepentido se puso a su disposición de Cristo y le dijo: “Señor ¿Qué quieres que yo haga?”

Cristo amorosamente le contesto, “levántate y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que te conviene hacer?” (Hechos 9:6)

Saulo obedeció inmediatamente y entro en damasco y poso allí en casa de judas, dedicándose a la oración.

En damasco vivía Ananías, un siervo de Dios, a quien Jesucristo notificó la misión que Saulo desarrollaría y le envió a comunicárselo y a orar por él. Ananías se rehusaba, mas al fin cumplió su importante misión: “Ananías entonces fue y entro en la casa, y poniéndole las manos encima dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesús que te apareció en el camino por donde venias me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y luego le cayeron de los ojos como escamas y recibió al punto la vista. Y levantándose fue bautizado.” (Hechos 9:17-18).

Ese fue el principio de una vida cristiana ejemplar, una vida de pureza dentro de la IGLESIA DE DIOS.

Saulo abandonó su religión, riquezas, orgullo y vanidad. Todo lo dejo por el amor de Cristo. Se convirtió en un incansable y sufrido trabajador en la obra redentora. El fue un poderoso instrumento de Dios para convertir a los pecadores de su mal camino. Pero Saulo nunca olvidó su experiencia personal con Cristo, pues siempre le sirvió y nunca volvió atrás.

El Señor Jesucristo cambio totalmente esa tortuosa vida de Saulo, aún sufriendo persecuciones por causa del Señor dijo: Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos…. (2 Timoteo 2:10).

SEÑOR ¿QUE QUIERES QUE YO HAGA?

No deje escapar la vida eterna. Acepte hoy mismo a Cristo como su Salvador.

Mañana podría ser demasiado tarde

Paz a vosotros

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