Darinka Darili Pech Moo – Mérida, Yúc.
Explicar en pocas palabras el significado de la palabra fe no es fácil debido a que se trata de un elemento subjetivo para el cual el intelecto humano no posee experiencia que la defina con exactitud; debido a eso es que la define valiéndose de representaciones con las cuales explica lo que entiende. Posiblemente la explicación más exacta, corta y concreta que exista, nos las da el apóstol Pablo en Hebreos 11:1, “Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.” En Hebreos 11:1 son dadas dos explicaciones que corresponden a un solo aspecto; que puede ser resumido en tener seguridad de algo que existe sin que esté a la vista de ningún humano. “La certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve,” básicamente son la misma expresión dicha de dos maneras diferentes. Ahora, la pregunta es: ¿De qué maneras es que podemos manifestar dicha definición?
Así, la fe se refiere a tres cosas:
A la seguridad de que aquello anunciado para ser cumplido futuramente, que vendrán a su debido tiempo.
A la seguridad de obtener de Dios aquello que se le pide porque así está prometido.
A sostener ante propios y extraños aquello que se cree se sostiene como parte de la vida personal en Cristo.
Fe es paciencia
No se encuentra en toda la Santa Escritura un pasaje en el cual el patriarca Abraham haya declarado poseer fe; sin embargo, con su diario vivir sí la demostró. Para comprobarlo puede mirarse el caso de la promesa de tener descendencia de su matrimonio con Sara aunque ella era estéril. Para que Dios cumpliera su promesa transcurriendo aproximadamente veinticinco años ya que la promesa le fue dada al poco tiempo de haber salido de Ur de los Caldeos cuando tenía setenta y cinco años de edad, y le fue cumplida cuando cumplió cien. Veinticinco años no es poco tiempo, al contrario, es uno durante el cual, por cualquier accidente de vida pudieron haber aparecido el pesimismo, la inseguridad y la desconfianza. Con todo, la calidad del carácter de Abraham ante los ojos de Dios es sumamente alta porque su fe fue inquebrantable.
Es así como el patriarca no mezcló su fe y sus buenas relaciones con Dios, con los eventos de su vida material. Para él, los accidentes de la vida de ninguna manera fueron la razón para resentirse contra Dios, ó para adoptar una posición de rechazo a las buenas relaciones que tantas satisfacciones le habían proporcionado.
Decisión sabia, y aparte del carácter recto, es no mezclar la fe con los accidentes anormales de la vida. ¿Qué se quiere decir con esto? Lo que se quiere decir es que en muchos casos cuando la vida es golpeada por situaciones anormales que abaten, una de las primeras reacciones en aparecer es el resentimiento contra la fe. Recordemos jóvenes que los dolores del alma, cualesquiera que sean y las causas que los produzcan, son necesarias y buenos para la fortaleza de quienes temen a Dios.
Manteniendo la fe
Vale la pena enfatizar que la fe es el elemento sobre el cual se basan las buenas relaciones del humano con Dios, después de todo en Hebreos 11:6 esta declarado: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.” Lo cual significa que la fe no debe deteriorarse cuando las nubes ensombrecen el horizonte del bienestar y de la tranquilidad.
Porque debe estar fuertemente arraigado en la mente que muchos fenómenos ensombrecen la vida del cristiano aun proviniendo de Dios, porque algunos vienen para mostrar a la persona cuanta fuerza de fe posee; otras le vienen para fortalecerla; y otras vienen porque necesariamente le tienen que venir; ninguno de estos tres mencionados es en vano; y cada uno sirve eficazmente para mostrar que clase de creyente se es.
Necesario para la verdadera templanza hermanos es saber que la fe no consiste en dar gracias a Dios solo cuando las cosas salen bien, o cuando se reciben agradables sorpresas, sino mostrar paciencia, serenidad e invariabilidad en las relaciones con Dios aun cuando las cosas no salen bien o cuando las sorpresas desagradables ensombrecen la vida. “Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.”
Fortaleza en la debilidad
La fe verdadera es aquella en la cual el amor a Dios y a Cristo se sostiene firmes en la conciencia aun cuando las tempestades azotan fuertemente la vida. Solo hasta después de haber soportado consistentemente esos vendavales es que acertadamente puede decirse que se tiene fe. En otras palabras, cuando la carne se duele y el alma gime angustiada, y el carácter personal se sostiene férreo ante las dificultades entonces es cuando el espíritu se fortalece, entonces puede declararse que se tiene fe.
Fe no siempre significa “si”
Lo que poco se comenta o se conoce, es que la fe en Dios no significa esperar que él siempre vaya a resolver las cosas según sea el deseo humano. Mas bien significa entender que él esta en dominio de la situación, y que la resolverá de acuerdo a como necesariamente debe ser. Frecuentemente la fe es mal interpretada al señalar como el medio por el cual se obtendrán siempre las cosas que se le piden a Dios; en realidad, mirar la fe desde ese ángulo es la causa por la cual frecuentemente vienen desconsuelos, frustraciones, resentimientos contra Dios e incluso abandono del propósito de alcanzar la salvación optándose por volver al mundo a hacer las cosas pecaminosas que ya se habían abandonado.
Hermanos en Cristo deben saber que hay situaciones apremiantes en las cuales lo que Dios hace es dar fortaleza sin quitar las penas, porque sabe que soportarlos es bueno para una salud espiritual fuerte. En fin, debemos de amar a Dios por el don de la salvación del cual nos ha hecho partícipes, en vez de amarlo por darnos cuanto le pidamos.
La fe en Dios no vacila
Es de vital importancia entender como actúa Dios con el humano tanto en las buenas situaciones como en las malas. Dios es Dios de sus hijos en todo momento; sea que les provea auxilio o no, él nunca deja de ser su Dios. Recordemos que las sagradas escrituras mencionan ejemplos claros de cómo debe manifestarse la fe en las diferentes etapas de la vida, los cuales no deben pasarse desapercibidos porque han quedado escritos para nuestra enseñanza; como patrón que debe imitarse para fortalecimiento de las relaciones entre Dios y su pueblo.
Explicar en pocas palabras el significado de la palabra fe no es fácil debido a que se trata de un elemento subjetivo para el cual el intelecto humano no posee experiencia que la defina con exactitud; debido a eso es que la define valiéndose de representaciones con las cuales explica lo que entiende. Posiblemente la explicación más exacta, corta y concreta que exista, nos las da el apóstol Pablo en Hebreos 11:1, “Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.” En Hebreos 11:1 son dadas dos explicaciones que corresponden a un solo aspecto; que puede ser resumido en tener seguridad de algo que existe sin que esté a la vista de ningún humano. “La certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve,” básicamente son la misma expresión dicha de dos maneras diferentes. Ahora, la pregunta es: ¿De qué maneras es que podemos manifestar dicha definición?
Así, la fe se refiere a tres cosas:
A la seguridad de que aquello anunciado para ser cumplido futuramente, que vendrán a su debido tiempo.
A la seguridad de obtener de Dios aquello que se le pide porque así está prometido.
A sostener ante propios y extraños aquello que se cree se sostiene como parte de la vida personal en Cristo.
Fe es paciencia
No se encuentra en toda la Santa Escritura un pasaje en el cual el patriarca Abraham haya declarado poseer fe; sin embargo, con su diario vivir sí la demostró. Para comprobarlo puede mirarse el caso de la promesa de tener descendencia de su matrimonio con Sara aunque ella era estéril. Para que Dios cumpliera su promesa transcurriendo aproximadamente veinticinco años ya que la promesa le fue dada al poco tiempo de haber salido de Ur de los Caldeos cuando tenía setenta y cinco años de edad, y le fue cumplida cuando cumplió cien. Veinticinco años no es poco tiempo, al contrario, es uno durante el cual, por cualquier accidente de vida pudieron haber aparecido el pesimismo, la inseguridad y la desconfianza. Con todo, la calidad del carácter de Abraham ante los ojos de Dios es sumamente alta porque su fe fue inquebrantable.
Es así como el patriarca no mezcló su fe y sus buenas relaciones con Dios, con los eventos de su vida material. Para él, los accidentes de la vida de ninguna manera fueron la razón para resentirse contra Dios, ó para adoptar una posición de rechazo a las buenas relaciones que tantas satisfacciones le habían proporcionado.
Decisión sabia, y aparte del carácter recto, es no mezclar la fe con los accidentes anormales de la vida. ¿Qué se quiere decir con esto? Lo que se quiere decir es que en muchos casos cuando la vida es golpeada por situaciones anormales que abaten, una de las primeras reacciones en aparecer es el resentimiento contra la fe. Recordemos jóvenes que los dolores del alma, cualesquiera que sean y las causas que los produzcan, son necesarias y buenos para la fortaleza de quienes temen a Dios.
Manteniendo la fe
Vale la pena enfatizar que la fe es el elemento sobre el cual se basan las buenas relaciones del humano con Dios, después de todo en Hebreos 11:6 esta declarado: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.” Lo cual significa que la fe no debe deteriorarse cuando las nubes ensombrecen el horizonte del bienestar y de la tranquilidad.
Porque debe estar fuertemente arraigado en la mente que muchos fenómenos ensombrecen la vida del cristiano aun proviniendo de Dios, porque algunos vienen para mostrar a la persona cuanta fuerza de fe posee; otras le vienen para fortalecerla; y otras vienen porque necesariamente le tienen que venir; ninguno de estos tres mencionados es en vano; y cada uno sirve eficazmente para mostrar que clase de creyente se es.
Necesario para la verdadera templanza hermanos es saber que la fe no consiste en dar gracias a Dios solo cuando las cosas salen bien, o cuando se reciben agradables sorpresas, sino mostrar paciencia, serenidad e invariabilidad en las relaciones con Dios aun cuando las cosas no salen bien o cuando las sorpresas desagradables ensombrecen la vida. “Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.”
Fortaleza en la debilidad
La fe verdadera es aquella en la cual el amor a Dios y a Cristo se sostiene firmes en la conciencia aun cuando las tempestades azotan fuertemente la vida. Solo hasta después de haber soportado consistentemente esos vendavales es que acertadamente puede decirse que se tiene fe. En otras palabras, cuando la carne se duele y el alma gime angustiada, y el carácter personal se sostiene férreo ante las dificultades entonces es cuando el espíritu se fortalece, entonces puede declararse que se tiene fe.
Fe no siempre significa “si”
Lo que poco se comenta o se conoce, es que la fe en Dios no significa esperar que él siempre vaya a resolver las cosas según sea el deseo humano. Mas bien significa entender que él esta en dominio de la situación, y que la resolverá de acuerdo a como necesariamente debe ser. Frecuentemente la fe es mal interpretada al señalar como el medio por el cual se obtendrán siempre las cosas que se le piden a Dios; en realidad, mirar la fe desde ese ángulo es la causa por la cual frecuentemente vienen desconsuelos, frustraciones, resentimientos contra Dios e incluso abandono del propósito de alcanzar la salvación optándose por volver al mundo a hacer las cosas pecaminosas que ya se habían abandonado.
Hermanos en Cristo deben saber que hay situaciones apremiantes en las cuales lo que Dios hace es dar fortaleza sin quitar las penas, porque sabe que soportarlos es bueno para una salud espiritual fuerte. En fin, debemos de amar a Dios por el don de la salvación del cual nos ha hecho partícipes, en vez de amarlo por darnos cuanto le pidamos.
La fe en Dios no vacila
Es de vital importancia entender como actúa Dios con el humano tanto en las buenas situaciones como en las malas. Dios es Dios de sus hijos en todo momento; sea que les provea auxilio o no, él nunca deja de ser su Dios. Recordemos que las sagradas escrituras mencionan ejemplos claros de cómo debe manifestarse la fe en las diferentes etapas de la vida, los cuales no deben pasarse desapercibidos porque han quedado escritos para nuestra enseñanza; como patrón que debe imitarse para fortalecimiento de las relaciones entre Dios y su pueblo.
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