La mano en el arado

La perseverancia es una virtud primordial en la vida de un hijo de Dios, tiene que ver con una lucha diaria para conquistar las metas, quizá no podemos definir si somos realmente perseverantes porque dicha virtud es un ejercicio del día a día, al momento de enfrentarnos a la lucha y prueba nuestra respuesta siempre debe ser contundente y dirigida a la constancia.

En muchas de nuestras labores materiales somos perfeccionistas, nos preocupamos por los detalles y procuramos que nada haya quedado fuera de la planeación, bajo la misma lógica tenemos que llevar nuestra vida espiritual, haciendo que cada día sea la oportunidad para poder ser mejores hijos de Dios.

El apóstol Pablo escribía a la Iglesia en Corinto como al interior de los estadios existían muchas personas corriendo por una corona elaborada por materia efímera, cuya duración era por demás mínima. Los esfuerzos de aquellos hombres eran muy grandes, la perseverancia era algo de todos los días coronada al final por un reconocimiento material y con fecha de caducidad.

Hoy nuestra lucha es por una corona celestial, por la bendición eterna, en la cotidianeidad somos sometidos bajo los parámetros de medición laboral o escolar, donde es una exigencia cumplir con estas metas. Nuestro esfuerzo siempre está plasmado al máximo y la satisfacción más grande no estriba en conquistar un objeto humano sino en conquistar la corona celestial.

Cristo Jesús decía: “Ninguno que poniendo su mano en el arado y mira atrás, es apto para el reino de los cielos.” Lucas 9:61. Las palabras del maestro son claras y debemos tomarlas como un consejo para seguir adelante. Nuestra mano está en el arado y es imposible conquistar la meta si aramos hacia atrás, nuestra aptitud para ver el galardón de vida va siempre en función de nuestro compromiso y comportamiento veraz dejando lo que pueda estorbar y ubicándonos en el camino de salvación. Quizá hoy haya muchos obstáculos pero de eso se trata una lucha, de poder vencer.

Nuestra constancia es la única forma de poder ser más espirituales y si de verdad buscamos los tesoros celestiales nuestra mente debe tener claro que debemos pulir nuestro ser, blanquear nuestra ropa y perfeccionarnos en todos los sentidos a fin de recibir al Señor de la manera más adecuada. Son tiempo difíciles lo que nos han tocado vivir, tiempos en los cuales muchos han claudicado y optado por un camino de apostasía, se han alejado del don celestial; podemos entristecernos por toda esta problemática pero jamás doblegarnos, por el contrario tomar nuevas fuerzas y hacer que verdaderamente nuestra luz ilumine a este mundo.

Nuestro tiempo está volcado en cumplir una larga lista de objetivos personales, hoy es un bue día para poner en balanza nuestra vida y reflexionar que tan espirituales somos; vistamos nuestro ser de paz y santidad porque haciendo esto nuestra recompensa llegará a la venida de Cristo Jesús.

“Trabajad no por la comida que perece, más por la comida que a vida eterna permanece…” Juan 6:27.

Fraternalmente
Comité Editorial
VOZ JUVENIL

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