¿Salud o Vanidad?

La juventud es una época de grandes conflictos, es el encuentro con uno mismo, el descubrir de nuevas energías y emociones, reconociéndose como dueño de la propia libertad de pensar, hacer y sentir.

Los jóvenes como tú se encuentran transitando en un periodo que se caracteriza por varios factores como son la adaptación frente a los nuevos roles que presenta la vida, el ser responsable de uno mismo; la búsqueda y conformación de intereses y proyectos; la rebeldía hacia todo lo que crees pasa sobre tus derechos o está en contra de los criterios que tú has construido y sobre todo, la identificación, que es un mecanismo psicológico por el cual inconscientemente pretendes parecerte a alguien a quién admiras, es decir, que adoptas la actitud de reproducir hábitos y conductas de otros.

Todos estos procesos son necesarios porque como persona estas tratando de definir un estilo de vida que te permita sentirte bien.

Es cierto que durante esta etapa existen cambios y descubrimientos vertiginosos en los cuales frecuentemente los jóvenes llegan a confundirse entre lo que es bueno para su mente y cuerpo de lo que no es, por lo tanto es imprescindible analizar el concepto de salud.

El concepto de “salud”, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es definida como el estado completo de bienestar físico, psíquico y social, y no sólo como la ausencia de afecciones y enfermedades. Complementado esta definición también se considera como una manera de vivir, autónoma, solidaria y alegre (J. Gol), lo cual se acerca también al concepto que el sabio Salomón ya había escrito en Eclesiastés 11:10 “Quita pues el enojo de tu corazón, y aparta el mal de tu carne: porque la mocedad y la juventud son vanidad”.

Con lo anterior nos podemos dar cuenta lo que se ha de quitar en nuestra vida, pues se puede perder la salud cuando se produce fatiga e insatisfacción, rompiendo el equilibrio físico, mental y social de las personas.

Por lo tanto es de suma importancia atender tu cuerpo y tu salud. Valorar el auto cuidado es un derecho, pero sobre todo una gran responsabilidad que se manifiesta a través del interés por tener condiciones físicas y emocionales adecuadas para mantener tu cuerpo y tu salud mental en un estado óptimo.

Con lo anterior te podrás dar cuenta que es en este momento en el cual puedes ejercer el derecho de tomar tus decisiones libremente, pero no olvides que esto lo podrás realizar siempre y cuando seas responsable y no afectes a terceros o a ti mismo. Recuerda lo que dice la escritura al respecto: “Alégrate, mancebo, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud, y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista de tus ojos: más sabe, que sobre todas estas cosas te traerá Dios a juicio” Eclesiastés 11:9.

Con tristeza vemos en este tiempo, que aún los jóvenes de la Iglesia han mal empleado ese derecho y decidir cómo vestir o alimentarse, qué pasatiempos tener, cuándo y con quién se van a relacionar. Y lo más preocupante es que se encuentra como justificación al decir que se hace por la “salud”

Observamos que las señoritas y en menor proporción, los varones, se someten a un riguroso régimen alimenticio que consta de tiempos, formas y tipos específicos. Lo cual desafortunadamente y sin darse cuenta los lleva a tener trastornos de tipo alimenticio como la anorexia o la bulimia, los cuales se manifiestan de la siguiente manera:

Anorexia: consiste en un trastorno de la conducta alimentaria que supone una pérdida de peso provocada por el propio enfermo y lleva a un estado de inanición. En el cual el enfermo se niega a probar bocado por periodos prolongados.

Bulimia o bulimia nerviosa: junto con la anorexia nerviosa son trastornos de la alimentación que se manifiestan principalmente en mujeres jóvenes previamente sanas, en las que aparece un miedo paralizante a engordar. El enfermo muestra algunas manifestaciones como provocarse el vómito después de haber ingerido alimentos.

Aunque estos padecimientos tienen orígenes causados por diversos factores, quien los ha padecido reporta que en un inicio lo hizo por tener un cuerpo saludable y hermoso, tal y como lo marcan los cánones sociales actuales, que nos muestran que la belleza del cuerpo está íntimamente ligada a la esbeltez.

Otras conductas que son muy practicadas por los jóvenes tienen que ver con la pretensión de tener un cuerpo como el de los prototipos de belleza, tanto de varones, como de señoritas, y una manera de lograrlo es extenuando al cuerpo a largas horas de ejercicio para lograr la figura escultural deseada.

Existen grandes depredadores asechando por su objetivo: los diseñadores de anuncios, de programas de televisión, cine, radio y revistas, y los líderes de campañas publicitarias conocen muy bien las características de la etapa juvenil, sus hábitos de consumo y por supuesto cómo favorecerlos por lo que les es muy familiar la forma de crear estereotipos con características externas que nos han absorbido casi sin darnos cuenta.

A partir de minuciosos estudios de mercado ellos diseñan mensajes que proyectan las aspiraciones e ideales que se alcanzan “si se consume una maca x” o se tiene determinada conducta. Presentan por ejemplo a personas que muestran confianza en sí mismas, que son populares, atractivas y exitosas, gracias a que usan cierto producto, poseen tal artículo o se parecen a tal persona. Y como ya antes se hacía mención, se dirigen precisamente al joven que está en busca de su sitio dentro de la sociedad, el cual está pretendiendo ser tomado en cuenta entre sus iguales y por qué no, buscando llamar la atención del sexo opuesto, por lo cual se identifica fácilmente con este tipo de mensajes.

Indirectamente se comienza a consumir artículos y a tener practicas con las cuales se sentirán parte del “mundo”, lo que de alguna manera se cree satisfará la vanidad que puede derivar en presunción, vanagloria, engreimiento, envanecimiento y soberbia.

Si se toman en cuenta las consecuencias de la vanidad, es necesario percatarse de que no es bueno creer que somos más que los otros para poder ser parte de un grupo, pues en el proceso de aceptación en la sociedad en que te desenvuelves, basta que sepas que eres una creación de Dios y que Él te ha dado un cuerpo y una mente con personalidad propia y única, por lo cual, lo mejor es aceptarte a ti mismo como criatura e hijo de Dios, que busques ser auténtico sin copiar estereotipos y mantengas lo que te ha dado de manera saludable.

Con esta explicación no pretendo sugerir que descuides tu forma de comer o tu cuerpo, ni mucho menos que tu higiene personal tendrá que pasar a segundo plano, sino por el contrario, que hemos de buscar la salud en el lugar correcto.

Es muy importante mencionar que nuestro Dios nos ha mostrado que Él quiere hombres y mujeres sanos en todos los sentidos, no solamente en el plano espiritual, sino también en el plano físico y mental, los cuales han de complementarse para dar lugar a la salud integral, ideal para mantener en el mejor estado el templo del Espíritu, que como todos sabemos, es el cuerpo. Un ejemplo del cuidado personal lo encontramos en la parte de las escrituras cuando Dios le pide a Moisés que lleve al pueblo al pie del monte y les dice: “Y Jehová dijo a Moisés: ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana y laven sus vestidos.” Éxodo 19:10.

La referencia que se hace de la palabra “santifícalos” nos remite al hecho de apartarse, es decir, limpiarse, pero no sólo de manera espiritual y mental, sino también en la parte física, ya que ellos estarían frente a la presencia de nuestro Dios. En este verso observamos que la higiene corporal también es importante, por eso la atención a tu aseo personal y tu atavió es necesario para evitar enfermedades, pero esto no quiere decir que para ti sea primordial el lucir bien, es decir tener la mejor figura, ser siempre el mejor vestido, comprar los más caros perfumes o cosméticos para tu arreglo personal.

Por otro lado también en la Palabra de Dios encontramos la manera más adecuada para alimentarnos, ustedes recordaran a cuatro jóvenes que fueron llevados cauticos a tierras extrañas donde se les sometería a otro tipo de hábitos incluyendo el cambio de su dieta, a lo que ellos no cedieron, ya que conocían los beneficios de la ley de Dios que habían practicado desde pequeños:

“Prueba, te ruego, tus siervos diez días, y dennos legumbres a comer, y agua a beber. Parezcan luego delante de tu nuestros rostros y los rostros de los muchachos que comen de la comida del Rey; y según vieres, harás con tus siervos… y al cabo de diez días pareció el rostro de ellos mejor y más nutrido de carne, que los otros muchachos que comían de la ración de la comida del rey” Daniel 1:12, 13, 15.

Aquí observamos el resultado de ingerir sobre todo frutas, verduras, cereales y legumbres lo que mantiene al cuerpo en óptimo estado, además de que le proporciona la energía necesaria y le da al organismo un buen aspecto. Por lo tanto, nos damos cuenta que la ley de la alimentación que el Señor le dio a su pueblo es lo mejor para conservar la salud física.

Nunca pases por alto que la sabiduría de Dios es infinita y que a Él no se le olvidó nada acerca de lo que necesitaríamos en este mundo, pues quiere lo mejor para ti. Por eso ten cuidado cuando tus hábitos y prácticas para sentirte y verte bien estén llegando al extremo de la exageración, aprende a escuchar a tu cuerpo y pon atención a los comentarios de quienes te quieren, y recuerda que Dios siempre estará ahí esperando a que le pidas de su sabiduría divina para orientarte.

Esmirna Cruz Domínguez
Héroes de la Independencia, Estado de México

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