Por naturaleza, el hombre desde pequeño, siempre busca un modelo a seguir, comenzamos desde nuestros primeros días de vida con cosas simples: según la psicología infantil, la sonrisa es el primer signo social que muestra el bebé, ésta se presenta entre las cuatro y ocho semanas de nacido como una respuesta aprendida, imitativa dada a las personas que le sonrieron muchas veces. Más tarde los infantes aprenden en casa imitando a sus padres y hermanos. En la escuela tienden a imitan a sus compañeros de clase, al igual que en su entorno social imitan a las personas con las que se relacionan, y es desde la niñez cuando comienzan a adquirir un conjunto de hábitos y formas de comportamiento por imitación a otros.
Pero ¿Qué sucede cuando crecemos? ¿Cómo debe ser nuestro comportamiento? ¿Debemos seguir el ejemplo de alguien? ¿Cómo saber qué es lo que podemos imitar? En 1ª Corintios 11:1 el apóstol Pablo nos dice: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” Al seguir esta recomendación llegaremos a la conclusión de que cómo hijos de Dios, somos también discípulos de Cristo, así como el apóstol Pablo lo fue.
Para poder hablar de cómo ser un buen discípulo de Cristo, debemos primero saber a qué nos referimos exactamente con esta palabra, ya que en un sin número de ocasiones hemos escuchado hablar de discípulos, en la Biblia es un término muy utilizado, pero muchos tal vez no sabemos que un discípulo: es aquella persona que sigue a un maestro, con la intención de aprender habilidades, virtudes y/o valores que este le pueda enseñar para luego imitarlas.
Algunos de ustedes se preguntarán, ¿Por qué seguir a Cristo? Esta pregunta debemos resolverla con la convicción que lo hizo Pedro cuando el Señor Jesús le preguntó a sus discípulos, “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?” A lo que Pedro, respondió sin dudarlo: “…Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente” (Mateo 16:15-16) o como en aquella ocasión cuando Jesucristo les dijo a sus discípulos: “… ¿Queréis iros también vosotros?” y Pedro nuevamente respondió convencido de lo que hablaba diciendo: “Señor ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida Eterna” (Juan 6:67-68). Si esto no fuera suficiente, tenemos también otro ejemplo en Mateo 3:16-17, cuando nuestro Dios mismo, reconoce a Jesucristo como su hijo, después de ser bautizado con estas palabras: “…Este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia” (Mateo 3:17).
El ejemplo de los doce apósteles
En la Biblia tenemos un registro especial de doce hombres que Jesucristo eligió cuando Él estuvo en la tierra como sus seguidores más cercanos, (Lucas 6:13) “…Y llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamo apóstoles.” Estos eran hombres sin letras, como Pedro, Andrés, Juan y su hermano, hijos de Zebedeo: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y de vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” Hechos 4:13, aquí tenemos un claro ejemplo de dos de los grandes discípulos de Jesús, que siendo unos humildes pescadores (Mateo 4:18-22), el Señor Jesús vio en ellos aptitudes y cualidades que podían utilizar para engrandecer la obra de Dios, con esto nos damos cuenta que Dios no busca gente capacitada para que le sirva, sino que Él capacita a sus elegidos.
El papel de hijo de Dios como seguidor de Jesucristo
El poder ser llamados hijos de Dios es un gran privilegio para nosotros, puesto que: “Muchos son los llamados, y pocos los escogidos” Mateo 22:14 y nosotros como escogidos de Dios, debemos llevar en alto este nombre que nos fue dado, siendo en todo momento una luz para el mundo.
Como la Iglesia de Dios del presente que somos, tenemos la tarea de tener ser como aquellos hombres del ayer, dignos hijos de Dios y llevar el evangelio de Cristo por todas partes, siendo en todo tiempo un ejemplo para los creyentes y los no creyentes, ya que posiblemente para estos últimos, nosotros seamos la única Biblia que ellos alcancen a leer. Como lo dijo Pablo a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino se ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1ª Timoteo 4:12).
Otra de las funciones que desempeñamos como fieles seguidores de Cristo la encontramos en Colosenses 1:10 que nos dice: “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.” Ya que para esto fuimos llamados, recordando que para llevar fruto debemos permanecer en Cristo: “Yo soy la Vid y vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5.
Un claro ejemplo de cómo podemos ser verdaderos hijos de Dios lo podemos encontrar en la iglesia primitiva, algunas de las características que podemos hacer notar de ésta, es que ellos perseveraban unánimes en el templo, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo, y muchas señales y maravillas eran hechas por los apóstoles (Hechos 2:44-47). ¡Cuán hermoso debió ser! El estar todos unidos no sólo para estar juntos, sino con el propósito de engrandecer juntos la iglesia de Dios. Además de que “…el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Imitadores de Cristo
El Ser un discípulo de Cristo nos lleva de manera automática a ser imitadores de Él. Como lo vemos en su Palabra que dice: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” 1ª Juan 2:6. Esta frase, encierra mucho más de lo que perece, ya que a veces nos resultada fácil leer o decirla, pero ¿realmente lo hacemos? ¿Realmente estamos siendo imitadores de Cristo? En Lucas 14:25-33 se nos habla de lo que cuesta seguir a Cristo y nos dice al respecto que el que no lleva su cruz y viene en pos de –Jesús-, no puede ser – su- discípulo.
Como imitadores de Cristo ¿Qué cualidades debemos de tener? Como ya lo mencionaba anteriormente si queremos ser discípulos de Cristo, nuestra vida debe ser en testimonio a los gentiles, y: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras, y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos.” Mateo 5:16. Algunas otras cualidades que deben sobresalir en nuestra vida son los frutos del espíritu mencionados en Gálatas 5:22-23 no olvidando lo que nos habla también en el verso 25: “Si vivimos por el espíritu, andemos también por el espíritu.”
La humildad es otra de las cualidades que caracterizan a nuestro Señor Jesucristo, y el mismo lo dijo en Mateo 11:29 cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.”
Tal vez, si nos ponemos a enumerar todas las cualidades de nuestro Señor Jesucristo podemos sacar infinidad de cualidades y formas para imitarlo, pero resumiremos todo en estos dos grandes mandamientos que el Señor Jesús mencionó y se encuentran en Mateo 22:37-39 “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Multiplicando el número de los discípulos
Como se ha ido mencionando a lo largo de este texto, un buen discípulo de Cristo comparte el evangelio con toda criatura y da testimonio de las maravillas que Dios ha obrado en su vida por medio de su conducta, ya que esto fue una de las ordenanzas que el Señor Jesús dio a sus discípulos diciendo: Id por tanto por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere, será condenado (Marcos 16:15-16).
Por lo tanto, esta es nuestra misión, y para ello fuimos llamados, puesto que nuestro Dios quiere que “…ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2ª Pedro 3:9.
Pero no sólo debemos traer más discípulos a la obra de nuestro Dios, sino que es menester que nosotros como hijos de Dios nos mantengamos firmes y también estemos “vestidos de toda armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” Efesios 6:11. Y así, la iglesia de Dios pueda llegar a ser ese “…linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 1ª Pedro 2:9.
No permitamos que nos ocurra como a esas 5 vírgenes insensatas, que tomaron su lámpara pero no tomaron aceite, y al venir el esposo sus lámparas no se encontraban en las condiciones adecuadas para recibirlo, y mientras ellas iban a los que vendían aceite, el esposo llegó, entró a las bodas con las 5 prudentes y cerró la puerta dejando fuera a las insensatas.
Sigamos firmes en el evangelio de Dios, obedeciendo los mandatos que dejó nuestro Señor Jesucristo: “Por tanto id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden las cosas que os he mandado…” Mateo 28:19-20. Así recibiremos grandes promesas. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (v. 20).
Pahola Bethsaida Benítez Valerio
Guacamayas, Michoacán
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