Estimado joven, la perfección es un proceso en el cual estamos para ser merecedores de una vida mejor. Es preciso analizar la vida de algunos hombres que Dios consideró perfectos:
Analicemos el caso de Noé. Las sagradas escrituras afirman de él “…Noé, varón justo, era perfecto entre sus contemporáneos” (Génesis 6:9) ¿No sería maravilloso si un día Dios dijese de ti: Este joven o señorita justo(a) e integro(a)? ¿No es eso lo que te gustaría ser? Pero, ¿Por qué fue Noé considerado un hombre justo e integro? La Biblia responde: “…con Dios caminó Noé.” Caminar con Dios, es tener temor de Él y andar en un camino de justicia.
¿Te acuerdas de Abraham? Se le llama “El Padre de la Fe.” Un día Dios se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1). Todo lo que Dios esperaba de Abraham era que anduviese con él y el resultado de eso sería una vida de perfección, a la cual también eres llamado en este tiempo, no obstante las dificultades y problemas que se nos presentan por las condiciones actuales de vida.
¿Y qué decir de David? La Biblia afirma que David fue un “hombre conforme el corazón de Dios” ¡Ah, si un día el pudiese decir eso de nosotros! ¿Qué más podríamos esperar? Pero, ¿Por qué se transformó David en “un hombre conforme el corazón de Dios”? ¿Cuál era la mayor obsesión en la vida de David? “Andaré delante de Jehová en la tierra de los vivientes” (Salmos 116:9). Ciertamente David también tuvo un momento de debilidad en donde se manifestó su estado humano y pese a sufrir las consecuencias de sus actos y no obstante su pecado, él no se apartó de Dios.
¿Te diste cuenta que existe una frase que es el común denominador en la vida de todos los hombres mencionados? “ANDUVO CON DIOS”. Todos ellos fueron perfectos porque anduvieron con Dios, existía una relación maravillosa de amor entre Dios y ellos; en su experiencia habían llegado al punto de no poder vivir separados de Él.
¿Cómo andar con Dios en este tiempo? ¿Es posible? Desde luego que sí, porque si bien los tiempos han cambiado, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Con los ejemplos anteriores está demostrado que ante distintas circunstancias es posible andar con Dios e integrarse perfectamente en este proceso de perfección en el cual estamos para Dios. Una persona es perfecta cuando se dispone a andar con Él, cuando hace de Cristo lo más importante de su vida. Tú, amado hermano tienes toda tu juventud, ocúpala para tu Dios, “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud…” (Eclesiastés 12:1). Usa tu fuerza y tus capacidades al servicio de tu Dios para que andes con él como los patriarcas y todos los hombres de Dios.
Y si en algún instante te sientes decaído recuerda estas bellas palabras: “No temas, que yo estoy contigo, no desmayes que yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con las diestra de mi justicia” (Isaías 40:28-31 y 40:10).
Dios te bendiga
Josué Nathan López Méndez
Comitán, Chiapas
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