Al estar leyendo una revista me llamó mucho la atención un artículo titulado “cincuenta cosas que quiero hacer antes de morir”, en él la autora escribía algunas cosas que quería hacer: llevar un curso de acuarela, viajar, aprender a patinar, tener clases de baile, ayudar en alguna dependencia de gobierno, ser voluntaria en un hospital, tocar el piano, tener un caballo, etc.
Muchas veces rehízo la lista, eligiendo lo siguiente que podía hacer, sobre todo lo que no podía aplazar más como patinar, antes que empezara a cumplir más años. Algunos de sus compromisos la atemorizan porque implican compromisos serios que no puede dejar pasar. Es posible que no llegue a realizar todo lo que anote en la lista – escribió – pero gracias a mi lista estoy en continua lucha por lograr mis objetivos.
Nosotros como seres humanos siempre tenemos en mente una larga lista de promesas… ¿pero las has cumplido o las has dejado a medias? ¿o de plano no has cumplido ninguna?
Cuando las hemos cumplido sentimos una gran satisfacción al haberlo logrado. Aunque en algunas nos esforzamos más que en otras para cumplirlas. Pero cuando las dejamos a medias y recordamos nuestro compromiso como que sentimos que fallamos porque no se culminó el propósito u objetivo.
Cuando fallamos quizá nos sentimos tristes porque pudimos hacer las cosas pero no las hicimos, esto es lamentable porque fallamos y no pudimos cumplir. Pero no todos tenemos reacciones positivas ya que a algunos les da igual cumplir o no y hasta les causa risa decir “no pude”.
EL ASPECTO ESPIRITUAL
En el ámbito espiritual es algo semejante. Un ejemplo lo encontramos en Éxodo 24:3; “Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todos los derechos: y todo el pueblo respondió a una voz y dijeron: Ejecutemos todas las palabras que Jehová ha dicho”.
Es así como todo el pueblo de Israel se comprometió con Jehová que todo lo que les había dicho lo cumplirían. En ese momento se sintieron capaces porque habían visto la gloria de Dios cuando el Sinaí humeaba “…porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera” (Lea Éxodo 19:16-21).
Esta fue la causa por la que el pueblo respondió: “Ejecutaremos todas las palabras que Jehová ha dicho”, porque ya habían visto que la presencia de Jehová es con poder, a tal grado que el monte de Sinaí humeaba.
Pero esa promesa o compromiso que habían hecho pronto fue olvidada, ya que algunos días después el pueblo había caído en un gran pecado, el cual fue la idolatría adorando un becerro de oro, como cientos de años más adelante lo declara Esteban: “Al cual nuestros padres no quisieron obedecer, antes le desecharon, y se apartaron de corazón a Egipto, diciendo a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido. Y entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se holgaron”. (Hechos 7:39-41)
Es así como Esteban en su discurso recuerda el error tan grande que cometió el pueblo de Israel al ir en pos de dioses ajenos, los cuales Dios les había advertido y prohibido adorar. Por eso es que el pecado de este pueblo los llevó a perder la promesa de la tierra que fluía leche y miel, y todos ellos cayeron en el desierto por no cumplir con su compromiso. Porque con Dios no podemos jugar.
PROMETEMOS Y NO CUMPLIMOS
Es por eso que hoy en día es lo mismo, por ello el Señor Jesucristo nos amonesta o advierte: “Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No te perjurarás; mas pagarás al Señor tus juramentos” (Mateo 5:33), ya que hoy como ayer, nosotros también hemos hecho varias promesas y sobre todo a Dios y las seguimos haciendo cuando tenemos un problema o necesidad.
Con frecuencia se escucha: “Señor, yo te prometo si tú me contestas que voy a CAMBIAR, que voy a estar más en el templo, que voy a orar más y a estudiar tu Palabra”. Hermanos ¿lo hemos dicho? Claro que sí. Desafortunadamente no logramos avanzar, aunque ya tengamos nuestros años no lo hemos conseguido.
¿Será que Dios no nos permite hacerlo o no nos ayuda? Ni una cosa ni otra, es porque estamos conscientes que hoy en día nadie quiere comprometerse con el Señor. Mejor lo seguimos de lejos (o cuando podamos), pero no queremos dejar el trabajo, los quehaceres, las telenovelas, la siesta en la tarde.
Decimos que el domingo es el único día que tenemos para descansar y dormir más, para salir a pasear y no nos comprometemos.
Pero nos olvidamos de algo muy importante: que desde que usted aceptó a Cristo quedó comprometido; ¿o no es así hermano?
Quizá nunca nos daremos cuenta que en el trabajo del Señor cuando lo hacemos sentimos alegría y felicidad, y sobre todo que estamos cumpliendo nuestro compromiso.
Quizá no tengamos una lista de 50 propósitos pero la lista que el Señor nos ha dado cumplámosla HOY que tenemos vida y salud.
Esforcémonos por darle a Dios lo que es de Dios y recuerde las palabras que el Señor Jesucristo le dice hoy: Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Que Dios les bendiga
Min. Abraham Hernández
Tampico. Tams.
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