En la actualidad una de las principales preocupaciones de la gente es su economía, los problemas de dinero cada vez son más agobiantes.
Según los últimos resultados del INEGI (2012) el desempleo en el país es del 4.83% pero la tasa de personas que laboran en la informalidad es del 29.2%; además de que hay un alto porcentaje de jóvenes llamados ninis esto es porque ni trabajan ni estudian. En este rango entran los jóvenes entre los 15 y 29 años y forman el 29.4% de la población económicamente activa.
Y esto no es privativo de las personas comunes sino también les pasa a los gobiernos, estamos viendo el grave problema económico de Grecia y España que si no hubiesen sido rescatadas por Europa, traerían otra recesión mundial. También los Estados Unidos de América cargan con un gran déficit, esto es que el gobierno gasta más de los que obtiene por medio de impuestos.
El hombre ha creado un sinfín de modelos económicos que con su aplicación han demostrado que son fallidos (por ejemplo, el socialismo, el liberalismo, el capitalismo) y han cerrado sus ojos a una verdad bíblica: ¡Dios quiere que cada uno prospere en sus finanzas personales!
LA PROSPERIDAD VIENE DE DIOS
Veamos lo que el Apóstol Juan desea para nosotros: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas salud, así como tu alma está en prosperidad”, 3ª Juan2. La prosperidad no es un pecado, es una bendición. Dios es el más grande dador de abundancia y prosperidad. Su voluntad es que prosperemos y disfrutemos las cosas buenas de la vida.
Recordemos que en la antigüedad Dios hizo a Job el hombre más rico del Oriente. Tan pronto como Job probó su integridad ante el Eterno, Dios le dio el doble de su riqueza original (Job 42:10). José también fue prosperado por Dios (Génesis 39:2-3). A los israelitas Dios les prometió gran riqueza material si le obedecían (Levítico 26:3-5). Si Dios quiere que todos prosperen, entonces ¿Por qué tantos están arruinados por la deuda y agobiados por preocupaciones financieras?
Dios no bendecirá a nadie que esté quebrantando sus leyes – tenga esto siempre en mente – si estamos quebrantando los Mandamientos no recibiremos la prosperidad prometida por Dios:
Por ejemplo, al codiciar las cosas que no podemos costear, tendremos entonces más probabilidades de gastar más de la cuenta y endeudarnos. Si estamos poniendo a los bienes materiales por delante de Dios, Él, para corregirlo, ¡podría retener nuestra prosperidad!
¿Comprende usted que Dios, el Creador de todas las cosas incluyendo el aire que usted respira, reclama posesión de todo lo que existe? Entender este importante principio bíblico es de hecho la clave inicial para el éxito financiero.
“Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Éxodo 19:5. “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos: la tierra, y todas las cosas que hay en ella”. Deuteronomio 10:14. “Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados… porque mío es el mundo y su plenitud”. Salmos 50:10, 12.
De acuerdo con la Biblia, el dinero “suyo” y “sus” ingresos le pertenecen legalmente a Dios. “Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2:8. Es importante recordar este principio al considerar cómo debemos manejar nuestras finanzas. Lo que recibimos como salario o lo que obtenemos como ganancias por inversiones no es realmente nuestro; es decir, no hasta que se cumplan dos demandas sobre nuestro ingreso.
Una de ellas son los impuestos. Jesús dijo que deberíamos dar “a César lo que es de César…” (Mateo 22:21). Pero la primera de las demandas es la de Dios. Cristo concluye este versículo “Y a Dios lo que es de Dios”. Con esta declaración, Cristo señaló una ley financiera fundamental que debemos guardar si Dios ha de poder bendecirnos con la prosperidad que Él promete: Se trata de la ley del diezmo.
EL DIEZMO
Aunque Dios tiene recursos ilimitados; Él siempre ha dirigido su obra entre seres humanos a través de ellos. Diezmar ha sido el sistema financiero de Dios durante milenios y continúa siendo obligatorio para los hijos de Dios.
El diezmo representa el diez por ciento de nuestros ingresos. De cada peso, diez centavos son para Dios.
Durante la época de Abraham, ya existía el sistema del Diezmo. En Génesis 14:18-20, vemos que Abraham diezmó 400 años antes que a Israel le fuera ordenado hacerlo. “Entonces Melchisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; el cual era sacerdote del Dios alto; Y bendíjole, y dijo: Bendito sea Abram del Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra; Y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano. Y dióle Abram los diezmos de todo”.
Levítico 27:30 y Números 18:20-21 explican los detalles del diezmo y muestran cómo el pueblo de Israel había de diezmar en apoyo al sistema religioso de Dios. “Y todas las décimas de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová son: es cosa consagrada a Jehová”. “Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte: Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo del testimonio”.
Cristo confirmo el Diezmo en Mateo 23:23, y Hebreos 7:4-14 lo ratifica.
EL DIEZMO CONTINÚA EN NUESTROS DÍAS
Hoy, la Iglesia de Dios usa el mismo método para financiar su comisión de predicar el evangelio del Reino de Dios, y la edificación de su obra.
El sistema de Dios del diezmo es una ley de finanzas. Con seguridad trae bendiciones financieras. Lo que es más importante, sin embargo, es que ¡está garantizado que produce tremendos dividendos espirituales! Jesús dijo: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Mateo 6:21. Si su tesoro está en los entretenimientos y placeres de esta sociedad; si usted está gastando “su” dinero (el dinero de Dios) solamente en usted mismo y en sus propias necesidades y deseos egoístas, entonces todo su corazón e intereses están en este mundo y no en el reino de Dios.
“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (versículo 33), y luego todas estas bendiciones le serán añadidas. Busque a Dios primero y Él se ocupará de que todas sus necesidades sean satisfechas; incluso en los tiempos difíciles. Busque su Reino con todo su corazón y sus problemas financieros comenzaran a desaparecer; su vida se hará feliz conforme usted le dé prioridad a la vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor.
Si, el diezmo es una ley que produce múltiples bendiciones… ¿Por qué? Porque afianza el camino de Dios del dar y de verdad nos ayuda a desarrollar un carácter santo y justo. Jesús enseño: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” Lucas 6:38. Note este hermoso ciclo; vea cómo el principio también se aplica al diezmo: Dios nos da, y nosotros le regresamos lo que legítimamente es de Él, ¡y Él nos da más!
Dios quiere que nosotros prosperemos espiritualmente sobre todo. Pero también quiere que prosperemos en nuestras finanzas personales. Aquí está la clave: debemos aprender a poner a Dios primero en todo. En nuestras vidas debe ser prioritario respaldar y apoyar la obra de Él, lo cual incluye entregar fielmente nuestros diezmos.
Cuando invertimos nuestra prosperidad en la obra de Dios, expresamos que reconocemos el gobierno de Dios sobre la riqueza de nuestro planeta y sobre nosotros individualmente. Si cumplimos, Dios abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendiciones tan grandes que no habrá suficiente espacio para recibirlas. “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” Malaquías 3:10. ¡Está garantizado!
Diac. Israel Hernández Martínez
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