Jóvenes en el Ministerio

La iglesia de Dios, a través de su historia ha tenido distintas figuras humanas que la han representado y administrado, muchas de ellas, guiadas por el espíritu de nuestro Dios, han ayudado a las congregaciones a elevar su nivel espiritual. 

Hoy la presencia juvenil en el Ministerio es cada día mayor, recuerdo la primera vez que acudí a un Concilio Ministerial en la década de los ochenta, entrando sólo como oyente, sin voz ni voto. Me fue muy grato ver los rostros de aquellos hermanos adultos, la mayoría mayores de 40 años, observar la forma en que trabajaban, emitiendo opiniones y votando en cada acuerdo, lo cual me dio el deseo de un día ser parte de este cuerpo Ministerial, y hoy por la gracia de Dios me siento orgulloso de ser parte de este grupo Ministerial al servicio de la Iglesia de Dios, con una trayectoria de servicio de 18 años. 

Recuerdo haber escuchado un comentario entre las bancas en un concilio, que decía: “Tenemos que preparar a un ministerio más joven para que continúen con esta labor”. 

Cuán sabias fueron esas palabras que escuche, sin embargo con tristeza he observado también que a medida que la fuerza juvenil se ha ido integrando al trabajo Ministerial, he notado que la vanidad y la soberbia se ha infiltrado en algunos jóvenes, menospreciando el trabajo de sus antecesores, mayormente de nuestros pastores ancianos que no tuvieron estudios. 

Ahora que la iglesia cuenta con jóvenes preparados académicamente, y con los medios tecnológicos más avanzados que en otras épocas, quisiera realizar algunas preguntas a ti hermano joven que tienes esta revista en tus manos, y que probablemente ya participas de algunas actividades ministeriales. 

¿Tienes en verdad un buen deseo de servicio Ministerial, o sólo buscas ser “admirado por los demás”? 

¿Sabes el alcance y la responsabilidad, que conlleva dirigir una congregación? 

Si cuentas con un nombramiento, ¿conoces en verdad tus funciones y las cumples? 

Buena obra deseas 


Tú conoces el texto que dice “Palabra fiel: si alguno apetece obispado, buena obra desea” 1ª Timoteo 3:1. 

Todo ser humano tiene un buen deseo alguna vez, pero eso no es lo importante, y menos para el pueblo de Dios. Un Ministerio joven siempre será escuchado por la Iglesia, la importancia de un buen deseo estriba en que el joven que trabaja o desee trabajar en el Ministerio, lo haga a partir de una idea genuina, es decir, concebida en su mente y guiada por Dios, ¡jamás por sus propias pasiones! 

La clave la encontramos en las palabras que fueron mencionadas al padre de la fe, el patriarca Abraham, cabe mencionar que él, no era un joven, pero aceptó el llamado. A él le fue dicho por Dios: “Y haré de ti una nación grande…” Génesis 12:2. 

Observa como dice: “haré”, no dice “hazte”. Cuando un joven de la Iglesia tiene el deseo de ser parte del Ministerio, jamás lo debe hacer por sus propias convicciones humanas, porque será escuchado, pero jamás será aceptado por la Iglesia, porque nunca llegó a sentir empatía por la congregación. 

Me ha tocado escuchar comentarios de varios hermanos adultos, que con tristeza se refieren a algunos Obreros o Diáconos Jóvenes, diciendo: “Habla muy bonito en el pulpito, pero jamás me ha visitado en mi hogar, ni siquiera sabe dónde y cómo vivo”. 

Josué, no sólo tuvo un buen deseo, todo el tiempo apoyó en todo a Moisés, por ello se ganó el grado de Ministro. Timoteo, también tuvo un buen deseo, y se esforzó en Dios para ser un Ministro. Por eso mi pregunta es ¿Cuál es tu buen deseo? 

La responsabilidad de ser parte del Ministerio 

Cuando recibí el nombramiento de Diácono, tenía 26 años de edad, fue un día especial para mí, y mi familia. El hecho de recibir el nombramiento, me hizo pensar en una pregunta que estuvo en mi mente por lo menos dos años, ¿Dónde empieza mi responsabilidad y hasta dónde termina? 

Más que una bendición para aquel joven que trabaja o tiene una actividad Ministerial, lo que en verdad tiene en sus manos es: una gran responsabilidad, no es cuestión de sólo pararse ante algún pulpito o atril, o tener un cargo a nivel regional, o nacional, y que su nombre aparezca en documentos oficiales de la Iglesia. 

La responsabilidad primordial que le fue encomendada al Apóstol Pedro por el Señor Jesús, fue la de apacentar a sus ovejas. 

Por lo tanto, la responsabilidad del joven en el Ministerio es continuar apacentando las ovejas que hay en su congregación, tomando en cuenta la recomendación del Apóstol Pablo dada a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza” 1ª Timoteo 4:12. 

La responsabilidad, inicia en el momento mismo en que recibes la oportunidad de colaborar en las actividades ministeriales, y termina cuando cumples cabalmente con la atención que das a la congregación, mayormente en sus hogares, brindando cuidado a cada necesidad solicitada. 

Si no has cumplido con ello, no eres un miembro responsable, si sólo participas del pulpito, entonces serás un llenador de espacios vacíos. Si solo cumples funciones administrativas con cargos de renombre, únicamente serás un candil de la calle y oscuridad de tu casa. Un cargo o nombramiento implica básicamente acción. 

A Josué se le dio una indicación después de la muerte de Moisés, “…Levántate pues ahora y pasa este Jordán, tú y este pueblo.” Josué 1:2. Las responsabilidad del Ministerio Juvenil es ayudar a la Iglesia a obtener la vida eterna. 

Características de un siervo de Dios 

Varias veces, tanto hermanos adultos como jóvenes me han preguntado sobre ¿Qué características deben tener los miembros que colaboran en el Ministerio?, tanto los que ayudan como los que ya tienen un nombramiento. 

Ante ello por lo general siempre respondo lo mismo, los caracteres son propios de cada persona, que nada interfieren con la dirección del Espíritu Santo de nuestro Dios para el servicio de su obra. 

Es decir, siempre habrá hermanos en el Ministerio de un carácter amable o rígido, esto lo podemos ver en los propios Apóstoles, Pedro era de un temperamento fuerte y osado dirían otros, lo vemos cuando le corta la oreja a Malco, o cuando quiso caminar en el agua, fue el primero en querer intentarlo, Juan por otro lado, era más apacible, en su primera epístola utiliza términos como: “hijitos míos” o “amados”. 

En ambos casos lo que debe haber en cada miembro de Ministerio, mayormente en la Juventud es: 

Temor de Dios reflejado en su vida personal. “¡Quien diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen, y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien siempre!” Deuteronomio 5:29. 

Respeto a la Iglesia, y al Ministerio adulto. “El corazón del justo piensa para responder: Mas la boca de los impíos derrama malas cosas” Proverbios 15:28. 

En todos los tipos de caracteres no debe haber neófitos, y sí, un buen testimonio tanto de los extraños como de los domésticos de la fe. 1ª Timoteo 3:5-6. 

No es del que quiere, sino del que Dios tiene misericordia 

La carrera Ministerial, es una gran responsabilidad, no es para llenar espacios vacíos, ni para ocupar cargos de renombre. 

Al igual que algunos padres obligan a sus hijos a estudiar una carrera académica, por la cual probablemente, no tendrán vocación, así a veces algunos pastores obligan a los jóvenes a aceptar un nombramiento ministerial, sin percatarse que no tienen vocación, ni la santidad requerida para dicho nombramiento, sólo por darse el gusto de decir que tienen un gran número determinado de integrantes Ministeriales. 

Esto puede dar como resultado, un ministerio apócrifo. Hace algunos años durante un corto tiempo, fui parte de la Comisión de Asuntos Ministeriales (CAM) al revisar los documentos de nombramientos, me di cuenta que en algunos casos, en especial de jóvenes en promedio de 25 años de edad, denotaban merecer un ordenamiento solo por tener carrera académica. Cuánta tristeza y baja espiritualidad de alguno de esos jóvenes. Como joven, no debes olvidar las palabras del Apóstol Pablo dada a los Romanos, descritas en el capítulo 9:16 que a la letra dice: Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Es sorprendente la cantidad de comentarios que brotan de los labios de muchos jóvenes que sueñan con un nombramiento erróneamente, a los cuales los he escuchado decir frases como estas: “cuando yo sea nombrado les voy a enseñar la verdadera doctrina”, “cuando yo sea presidente les enseñare como se hacen las cosas”. 

Desde luego no es el pensamiento de todos, sé que hay muchos jóvenes consagrados y con un gran sentido de responsabilidad, a quienes les tengo un gran respeto y admiración por las buenas obras que han realizado. 

Algo que como joven debes de tener en mente, es que si no has sido llamado por Dios, y asumes una responsabilidad que no amas, y muchos menos te entregas a ella, no tan solo traes destrucción a tu vida espiritual, también la extiendes a tu familia. 

Ministro de Cristo 

En mis 12 años de nombramiento de Ministro, he disfrutado tanto los momentos tristes, como los de alegría que he vivido, con mi familia, la Iglesia, y mis compañeros en el Ministerio, al servicio de nuestro Dios. 

Como joven consagrado al servicio de Dios, no necesariamente requieres una carrera académica para ser parte del servicio ministerial. Basta tan sólo que tomes las palabras del Apóstol Pablo cuando fue llamado por Cristo para su servicio, ¿Qué quieres que haga?, y el Señor le dice: Levántate entra en la ciudad y se te dirá lo que tienes que hacer. Hechos 9:6. 

Tres cosas son muy importantes para ti que eres joven, consagrado y que ya trabajas en el ministerio. 

1. Eres bienaventurado por ser parte del Ministerio de Cristo a una temprana edad, como lo menciona el Salmo 1. 

2. Vivir y trabajar por Cristo con el tiempo te convertirá en un Anciano de doblada honra y espiritualidad. 

3. No hay cosa más gratificante para un miembro del ministerio, que el sentirse orgulloso de ayudar a otros a mejorar su vida de fe, aunque a veces, algunos nos tengan por ignorantes. 

Para concluir comparto una frase que he elaborado para los hijos de Dios, aplicable tanto al Ministerio en general como a la Iglesia. El hombre forma al hombre, deja que Dios le dé forma al espíritu. 

Ministro Eladio Lara Munguía 
Valle Verde, Estado de México

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