Hay un lugar para Dios


¿Es acaso posible darle un lugar a Dios, al cual no vemos, cuando al hijo de Dios pudieron verlo y aún con ello no le dieron su lugar? Parece difícil que esto sea posible, pero cabe mencionar que Jesús, aún sin que tú o yo lo reconozcamos posee un lugar con anterioridad en toda la creación. 

Ahora bien, recordemos que una de las virtudes de Dios es su omnipresencia, lo que quiere decir que está en todas partes, así lo confirma su Palabra: “¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y en dónde me huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estas tu: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás”. Salmos 139:7, 8; y lo mismo dice el profeta Isaías “Toda la tierra está llena de su gloria” Isaías 6:3. Sin embargo, nos ocuparemos de algo que busca Dios en el propio ser humano. En la agenda de actividades tan saturada de la juventud ¿es posible tener un lugar para Dios? 

¿Por qué es común observar a los que una vez fueron niños y acudieron con sus padres al templo, verles participar en los trabajos de la Iglesia, jugar, reír cada semana, crecer, y a medida que va pasando el tiempo y las responsabilidades aumentan poco a poco, les vemos cada vez menos, hasta el punto en que se alejan? Al grado que los jóvenes que podrían formar familias cristianas, dando lugar a nuevas generaciones que renueven cada día a la Iglesia con trabajo, con alegría, con su fuerza, con dinamismo y compromiso se retiran para hacer su vida alejados de Dios, y en el mejor de los casos, al paso de los años regresan buscando el pronto auxilio de Dios. 

Detengámonos un instante y analicemos ¿Por qué esta situación se repite cada vez más? Es muy fácil perderse en la inmensidad de un gran mundo y más aún si en él no hay orden. Por ejemplo ¿alguna vez te ha sucedido que deseas salir de casa y necesitas las llaves para que al regreso puedas entrar sin problemas, pero resulta que no las encuentras? Ya se te hace tarde, comienzas a desesperarte y a revolver todo para encontrarlas. 

¿Cómo resolver una situación que puede volverse más frecuente cada día y generar un grave problema? Un poquito de orden ayudaría en gran manera, asignando un lugar exclusivo para colocar las llaves de manera que, cuando se necesiten, sin temor a equivocarme sepa dónde encontrarlas. ¿Es posible que Dios tenga un lugar exclusivo de manera que cuando lo necesite siempre esté disponible? ¿Cuál es el mejor lugar que yo le puedo dar a Dios? ¿Cómo puedo yo siendo joven impedir esta situación que hoy parece ser una problemática? 


Deuteronomio 6:5-7 responde a dichas cuestiones: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma y con todo tu poder. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: y las repetirás a tus hijos y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino y al acostarte y cuando te levantes”. 

Seguramente recordamos estas palabras, quizá nuestros padres o los más cercanos a nosotros las mencionan con frecuencia. Tal vez las hemos aprendido de memoria y hoy todavía acudimos al templo y acompañamos a nuestra familia, pero te has preguntado ¿Por qué lo haces? ¿Es posible que hayamos aprendido a amar a Dios? Ahora te pregunto nuevamente ¿en tu vida hay un lugar primordial para Dios? Hagamos una prueba sencilla, respondiendo con sinceridad con un Sí o un No, según lo consideras para las siguientes cuestiones: 

1. Hoy al despertar y abrir los ojos ¿Agradeciste a Dios por la oportunidad de vida concedida nuevamente? (Proverbios 8:17) 

2. Si estás en tu casa o no ¿Agradeces en oración por los alimentos que te da? 

3. Antes de dormir oras agradeciendo por las actividades desarrolladas y solicitas la oportunidad para descansar, así como el cuidado de Dios? (Salmo 4:8) 

4. ¿Solicitas de Dios su ayuda en las actividades que desarrollas durante el dia (Hogar, escuela o trabajo)? (Deuteronomio 4:7) 

5. Cuando las cosas y la situación parecen difíciles, ¿solicitas la dirección de Dios? (Salmo 145:18) 

6. Hoy que comienzas a tomar decisiones importantes en tu vida como: ¿Qué escuela elegir para continuar tus estudios? ¿Qué carrera profesional desempeñaré? ¿aceptar o no la oferta de trabajo aunque labores los sábados? La elección de un compañero o compañera para toda tu vida ¿solicitas de Dios su sabiduría y dirección? (Salmo 37:4) 

7. ¿Confías plenamente en que Dios te dará lo que más te convenga de acuerdo a tus necesidades? (Romanos 8:27) 

8. Tus palabras, pensamientos y hechos ¿corresponden a un hijo de Dios? (Tito 1:16) 

9. ¿El séptimo día de la semana es una carga o una delicia para ti? (Isaías 58:13) 

10. ¿Haces esto por la fuerza o voluntariamente? 

Si todo lo anterior lo realizar por voluntad propia y con convicción, es muy seguro que hay un lugar para Dios en tu vida más allá de la superstición (Hechos 17:22-24). Con pleno conocimiento de Dios y en armonía con las palabras citadas por Esteban y referidas sobre el Rey Salomón. 

“El altísimo no habita en templos hechos de mano” (Hechos 7:48, 1ª Reyes 8:27). Por esta razón el apóstol Pablo describe como una realidad el verdadero templo de Dios: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el espíritu de Dios mora en vosotros? ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del espíritu Santo, el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros?” (1ª Corintios 3:16, 6:19). 

Hoy es necesario, sólo recordar lo que, acorde a la voluntad de Dios, nuestros mayores nos han enseñado, sino más aún, descubrir la esencia y la razón de todas estas enseñanzas (Deuteronomio 28:1-14). 

¿O acaso deseamos desperdiciar el regalo de Dios en nuestra vida, y que ésta se torne difícil y se convierta en un gran pesar? El salmista David refleja el amor de Dios en su manera de hablar y con su actuar manifiesta el hecho de que Dios tuvo un lugar en su vida, el primer lugar, mostrando además esa clave mediante la que el asegura en su vida el beneficio de Dios. 

¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos; porque me son eternos. 

Más que mis enseñadores he entendido: porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido por que he guardado tus mandamientos. Parece difícil, pero llevar estas palabras a la práctica sí está a nuestro alcance. Si hoy damos un lugar a Dios en nuestras vidas, Él también reservara uno para cada uno de nosotros. 

“El que me ama mi palabra guardará: y mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada”. Juan 14:23. “Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi trono así como yo he vencido y me he sentado con mi padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. 

Diacono Martín Ochoa Severino 
Maravilla, Estado de México

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