Porque fiel es el que prometió

La iglesia de Dios ha ido construyendo una cultura desde el momento en que Jesucristo murió y redimió el pecado del mundo. Ha permanecido en él para demostrar que el evangelio es una alternativa viable para vivir y sobre todo, ha caminado a través de los años para distinguirse por medio de su lucha en la conservación de la santidad y la espiritualidad. Como sabemos, el reto para la Iglesia de nuestro tiempo es evitar la tibieza y confirmar la identidad de la cual nos hablan constantemente nuestros ministros. La Palabra de Dios dice: “Ciertamente ninguno de los que esperan en ti será destruido…” Salmo 25:3.

Este aspecto es fundamental para la juventud que conforma el Pueblo de Dios, ya que si tomamos por convicción y vocación los fundamentos bíblicos y las enseñanzas en la vida de Jesucristo, reconoceremos las bendiciones y bondades con las cuales contamos al vivir dentro de los márgenes de la gracia y la misericordia de Dios. Si bien es cierto que no tenemos razones validas para estar buscando otras opciones sobre quiénes somos, conviene decir que es posible que lleguemos a hacernos este tipo de cuestionamientos, pero han de ser con la finalidad de darnos cuenta que en Dios y en su Hijo Jesucristo son cubiertas todas nuestras necesidades, tanto de pertenencia, como de ideología, de bienestar físico, metal y espiritual. Lo que nos permite entender de manera clara que la vida del Hijo de Dios ofrece la posibilidad de tener plenitud integral.

Además es bueno tener presente que ser Hijos de Dios es un privilegio muy grande que no sólo nos recuerda la grandeza y bondad del Padre, sino que nos responsabiliza a tomar conciencia de la gran tarea que tenemos en nuestras manos al ser portadores del evangelio, por lo que hemos de permanecer fieles a nuestro credo con amor, fe, perseverancia y mucha astucia, recordando que el esfuerzo da como resultado frutos y que las palabras y las intenciones de corazón deben convertirse en acciones que puedan demostrar nuestra ocupación en las cosas del Espíritu. Y no precisamente para que las vea el prójimo, sino en respuestas al amor que Dios ha tenido para con nosotros. Ahora bien, nuestra posición como jóvenes sin duda está influenciada por muchas situaciones externas que tienen relación con la modernidad y su forma de envolver atractivamente con modas coloridas y misteriosas, o con ideologías engañosas que pretenden confundir nuestro camino. El consumismo nos hace creer que necesitamos de los objetos materiales para tener un estado de plenitud, pero el hecho de acumular cosas no responde a las preguntas fundamentales de la existencia que son esencialmente espirituales y por consiguiente sólo se responden desde esta óptica.

El panorama que estos sucesos nos ofrecen sirve a los hijos de Dios para saber en todo momento que nos encontramos situados en el lugar correcto y para trabajar en nuestro crecimiento espiritual, parados con firmeza sobre la Roca, “Por tanto de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad con él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” Colosenses 2:6-7

Tenemos además la esperanza de poseer los bienes del Reino de Dios que son presentes y futuros, pues conocemos perfectamente la crisis del mundo en el cual vivimos, pero nos aferramos a la promesa divina de la vida eterna y con ese eje, continuamos nuestro camino, el cual sabemos no es fácil, pero luchamos porque sabemos que las promesas de Dios son siempre mayores a todo lo pasajero de este mundo. Por eso “Amados, ahora somos Hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal como él es. Y todo aquél que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” Juan 3:1-3

Fraternalmente
Comité editorial Voz Juvenil

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