Hijas de Dios

“Hijo mío si guardares mi ley y tu corazón guardare mis mandamientos…” Proverbios 3:1.

Considerando el mundo en el que nos desenvolvemos día a día en donde tanto hombres como mujeres estamos inmersos en una sociedad que ha invertido los papeles, en la actualidad vemos mujeres profesionistas exitosas, algunos incluso tenemos como jefe inmediato a una de estas mujeres exitosas, también es muy común ver a los hombres en el transporte público con sus hijos en brazos, entre otros roles que han sido invertidos.

Para hablar de la actualidad es necesario considerar el pasado, la primera cita que marca el antecedente de lo que observamos hoy en día la encontramos en Génesis 3:12 que dice precisamente: “…La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.”

En la actualidad las cosas siguen siendo de la misma manera ya que como menciona Salomón “No hay nada nuevo debajo del sol...” Pero por el momento dejemos de lado este aspecto y sigamos en nuestro viaje por el pasado en donde encontraremos mujeres dignas de admirar y sobre todo, de imitar. De las cuales sólo mencionaré algunas:

Débora, Jueza de Israel

Después de la muerte de Josué el pueblo de Israel volvió a hacer lo malo delante de Jehová adorando a los dioses de la otra parte del río o de los cananeos, amorrheos, etc.; que habitan en medio de ellos, debo de mencionar que no todos pecaron pero sí la mayoría, en ese tiempo se instauró una forma de gobierno en donde se levantaban hombres sabios que con ayuda de nuestro Dios guiaban al pueblo para volverse a Jehová, durante el tiempo que erigía o gobernaba alguno de estos jueces el pueblo gozaba de paz para con los demás pueblos, pero en cuanto fallecía el juez, el pueblo se volvía a los otros dioses.

Muchas de las ocasiones sólo nos enfocamos en pensar que las hijas de Dios debemos de ser “sumisas y abnegadas” únicamente, sin embargo Israel también tuvo a una mujer como juez, esta mujer se llamó Débora, la cual también fue profetiza, mujer de Lapidoth. Habitaba debajo de una palma entre Rama y Bethel y los hijos de Israel subían a ella a juicio (Jueces 4:4-5), esta mujer poseyó una sabiduría no dada por los hombres, sino por nuestro Dios para juzgar a su pueblo durante 40 años.

Esther

Desafortunadamente el pueblo de Israel siempre volvía a hacer lo malo a los ojos de Jehová, de tal manera que llegó el momento en que Dios lo entregó cautivo al reino Babilónico y muchos de sus habitantes fueron llevados a Babilonia, entre ellos un hombre llamado Mardocheo, el cual educó a su sobrina Hadassa, también conocida como Esther y lo hizo como si fuera su propia hija.

Esther vivió en el tiempo en que reinaba el Rey Assuero sobre 127 provincias que iban desde India hasta Etiopía (Esther 1:1), ella vivía en Susan que era la capital del reino.

Sucedió que cuando ella era joven la reina Vasti hizo enojar al rey y a sus príncipes por haber desobedecido al rey; a tal grado que el rey buscó una moza virgen y de buen parecer para sustituir a la reina.

Entre las jóvenes que fueron seleccionadas estaba Esther y a diferencia de las otras, ella halló gracia ante los ojos de los eunucos y cuando fue llevada a la presencia del Rey Assuero; él la amo y la hizo reina en lugar de Vasti.

Esther tuvo como cualidad, además de ser hermosa, la humildad de dejarse aconsejar y cuando Amán trató de destruir al pueblo Judío, ella demostró ser una verdadera hija de Dios porque en lugar de desesperarse, se dispuso en oración y ayuno junto con todo su pueblo para que Dios los ayudará, tuvo la paciencia y la sabiduría para interceder ante el rey por la vida del pueblo judío a costa de su propia vida.

Jezabel

Jezabel fue la esposa del Rey Achab (1° Reyes 17:1), lejos de adorar y servir a Dios, tanto él como ella adoraban a Baal, ella destruía a todos los profetas de Jehová (1° Reyes 18:4), y cuando Elías se burló de los 450 profetas de Baal haciéndoles ver que Jehová es el único Dios vivo y los mandó matar, ella se enfureció y ordenó matar a Elías también.

Ella era una mujer capaz de infundir miedo hasta en un profeta de Dios, también era ingeniosa y perversa para poder conseguir lo que quería incitando a su marido a hacer lo malo delante de Jehová (1° Reyes 21:25).

Tiempo después ella adornó sus ojos con alcohol y atavió su cabeza para asomarse por la ventana y agradar a Jehú, el cual pidió que la echaran por la ventana y los perros comieron su carne (9:30-37). Todo esto fue para que se cumpliese lo que Dios dijo al profeta Elías.

El ejemplo de estas tres mujeres como es para comprender que fueron líderes en su respectivo tiempo aunque las dos primeras lo fueron con la ayuda de nuestro Dios y tuvieron sabiduría, más no en su propia opinión, a diferencia de la última que terminó con un destino trágico y justo.

También es necesario recalcar que tanto Esther como Débora fueron mujeres que utilizó Dios para mantener el bienestar de su pueblo, manifestando su poder a través de ellas, ya que al parecer los hombres de su tiempo no fueron del todo aptos para cuidar y gobernar a Israel.

En la actualidad, muchas de nosotras somos profesionistas, nos estamos preparando para ello o estamos pensando hacerlo, lo cual no es malo, por el contrario. Lo importante es que reconozcamos lo siguiente:

1. Que todo lo que tenemos es por obra y gracia de nuestro Dios hacia cada una de nosotras.

2. Que en todo momento nos debemos comportar como hijas de Dios.

Esto significa tomar en cuenta que debemos ser diferentes en nuestra manera de hablar y de comportarnos, si bien es cierto que vivimos en un mundo contrario a lo que creemos y practicamos en donde la sociedad está en decadencia moral, donde el matrimonio dejó de tener sentido para terminar en frases como “¿para qué casarte si puedes vivir en unión libre?” o donde la virginidad es un defecto y no una virtud, donde sino vistes a la moda estás acabada o si no hablas como “todos” no te pueden entender o incluir y donde sino vas a bares, antros, fiestas, etc. Es porque “no tienes vida social”, entre otras muchas cosas.

Te invito y te exhorto a que seas original, tengas una identidad propia y si quieres y aspiras ser una verdadera hija de Dios, evites clonar todo lo anterior, ya que Dios mira nuestros corazones y conoce nuestras intenciones, no pretendas irte por el camino fácil, antes te recuerdo lo que escribió el apóstol Pablo.

“Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: los cuales después de que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron a la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impurezas. Más vosotros no habéis aprendido así a Cristo. Si empero lo habéis oído, y habéis sido por el enseñados, como la verdad está en Jesús, a que dejéis, cuanto a la pasada manera de vivir, el viejo hombre que está viciado conforme a los deseos de error; y a renovaros en el espíritu de vuestra mente, y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios en Justicia y en santidad de verdad.” Efesios 4:17-24.

También te exhorto a que de la misma forma en que buscamos día a día superarnos y preparnos para tener un mejor porvenir económico (lo cual es necesario), también busques hacer tesoros no corruptibles, buenas obras, en las que puedas desarrollar los dones que hay en ti, tanto para tu vida como para el pueblo de Dios.

Si bien es cierto que dentro de la Iglesia nosotras no podemos formar parte del ministerio porque este es sólo para el varón, no significa que nosotras no podamos evangelizar, no podamos instruir a los pequeños o no podamos participar en los trabajos que hay dentro de cada una de nuestras iglesias, a nivel regional y nacional.

Por experiencia propia puedo decirles a todas las hijas de Dios que el éxito profesional no está peleando con el trabajo para nuestro Dios, por el contrario. Entre más te enfoques a servir a nuestro Dios, siendo una verdadera hija de Dios, mejor te irá en tu vida estudiantil y laboral, hallando gracia para con los que te rodean porque Dios bendice a sus hijos.

Por último no olvidemos lo que dijo el Señor: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido para qué anunciéis las virtudes de aquél que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” 1ª Pedro 2:9.

Y también me es importante recordarte que la juventud es el tiempo ideal para servir a nuestro Dios, no digo que las hermanas que ya están casadas no lo hagan, sino que tienen otras ocupaciones como son sus esposos y sus hijos, mientras que nosotras estando solteras, podemos dedicar esta parte de nuestra vida al servicio de Nuestro Dios.



Rachel Rivas Gutiérrez
El Castillo, Estado de México

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