El Espíritu Santo

La Escritura nos narra que desde la creación han existido hombres que yendo en contra de sus deseos carnales, han seguido la voluntad de Dios para así cumplir la misión para la que fueron llamados. Por mencionar a algunos: Moisés, Samuel, David; en general; los jueces, los profetas, etc. Elegiremos en esta ocasión para ejemplificar a Moisés.

En Éxodo 4, comprendemos que Moisés al estar conversando ante la presencia de Dios, le dice que él no puede realizar la misión que se le estaba indicando, sus razones eran que no tenía facilidad de palabra e incluso que se le trababa la lengua. 

Entonces como notamos Moisés se sentía incapaz, más el Señor no ve lo que el hombre ve, sino que ve el corazón, y por ello lo eligió y a su hermano Aarón, para hacer su voluntad la cual era liberar a Israel del dominio de Faraón; esto sin realizar ningún tipo de batalla; lo cual así fue. 

En el tiempo de los jueces, dadas las circunstancias que pasaba el pueblo, a ciertos hombres les llegaba este poder y les hacía juzgar al pueblo, por ejemplo en Jueces 11:29, el Espíritu de Dios fue sobre Jephté y juzgó a Israel por 6 años. 

Es por ello que nos damos cuenta que el Señor toma a hombres comunes desde mucho tiempo antes de venir el Mesías y hace de ellos hombres de gran capacidad dotándoles del Espíritu Santo como lo dice Isaías 63:11, los pastorea o guía para lograr el objetivo de su llamado.

El Espíritu Santo

El Espíritu Santo es llamado de diferentes maneras, algunas de ellas son: Santo Espíritu, Espíritu recto, Espíritu de Dios, etc. Y en el Nuevo Testamento: Espíritu de Verdad, Consolador, Espíritu del Señor, etc. El más conocido es Espíritu Santo aunque una mejor traducción es el Espíritu del Santo. En el Judaísmo es conocido como Espíritu de Santidad (ruaj hakódesh) como leemos en Romanos 1:4.

En Joel 2:28 está la profecía acerca del derramamiento del Espíritu sobre toda carne: 

“Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñaran sueños, y vuestros mancebos verán visiones.”

Ahora pasaremos a hablar del Espíritu Santo en los tiempos del Señor Jesús.

El Señor Jesús al hablar del Espíritu lo describe de la siguiente manera:

Consolador. Mientras Jesús estuvo en la tierra, Él mostro directamente a la humanidad la voluntad del Padre, a sus discípulos les daba a conocer grandes enseñanzas por medio de sus obras, sermones, parábolas, etc. Pero era necesario para el hombre que Él muriera, resucitará, subiera a la diestra del Padre para darnos oportunidad de ser salvos. Esto ponía triste a sus seguidores, saber que ya no le verían, pero como leemos en Juan 14:18 no los iba a desamparar, ahora iban a ser guiados por medio de otro, del Espíritu Santo que los consolaría de su ausencia física.

Viene del Padre. Esto es que nuestro Dios como sabemos no puede estar en contacto directo con la creación, esto por su gloria, pero el Padre nos iba a dar de su poder, de esta virtud para que así el creyente tuviera un medio para llegar a Él, ósea, el Espíritu Santo el cual nos vincula con Él y nos conduce a la santidad. 

Verdad. El Padre es Omnisciente, como ya sabemos el Espíritu viene del Padre, y por ello al recibir la guía del Espíritu, podemos llegar a la verdad de todas las cosas. Por ejemplo: creemos que solo en Jesús esta la salvación y esto es verdad porque el Espíritu Santo nos lo testifica. Es por ello que podemos llegar a entender, la Escritura, pero no solo eso, porque ciertamente el hombre con cierta inteligencia puede comprender la Escritura, pero no en el sentido espiritual, en el hecho de llevar su vida conforme a esta Verdad.

Como hemos visto Jesús les prometió que recibirían el Espíritu Santo, por lo tanto les ordena a los discípulos que no partieran del monte Olivar, sino que esperarán el cumplimiento de la promesa. Esto se dio justo después de creer en su resurrección, los discípulos aún no iban a Jerusalén, entonces el Señor Jesús les dijo: “…Tomad el Espíritu Santo” Juan 20:22.

En Hechos 2:38 el apóstol Pedro habla de la siguiente manera:

“Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”

Ahora en el texto anterior notamos que el Espíritu ya lo tenemos desde el momento en que buscamos la voluntad de Dios y al bautizarnos Dios nos da este don para cumplir el propósito para el que somos llamados. Este don como dice el apóstol Pablo en 1ª Corintios 12 es el mismo Espíritu en todos, pero la manifestación del don es diferente porque Dios tiene un plan para nosotros y una vez cumplido el objetivo de nuestra vida nos pasamos de ser llamados a ser escogidos. Mateo 22:14.

Debemos de tener cuidado de no hacer mal uso del Espíritu, como el caso de Balaam que pretendía maldecir al pueblo de Israel, buscando la autorización de Dios para así obtener recompensa de parte de Balac, que en ese entonces era rey de Moab.

Pero el Señor nunca permitió maldecir al pueblo, al contrario, cada vez que en Balaam estaba el pensamiento de maldecirlo, el Señor lo impedía y en su boca daba solo bendiciones hacia Israel, lo cual hacia enfurecer a Balac. Este fue el error de Balaam del cual debemos aprender y no caer, o de lo contrario sufriremos el mismo fin. Números 31:8.

Conclusión

Jóvenes es muy importante valorar el poder que Dios nos ha dado mediante el Espíritu Santo y no lamentarnos como David cuando cometió las faltas ya conocidas, rogaba a Dios que no apartara de él su Santo Espíritu, Salmo 51:11. No apagarlo como dice 1ª Tesalonicenses 5:19, despreciándolo, desobedeciendo a Dios y faltando santidad en nuestra vida. No nos sintamos solos, Él nos ama y por ello envió al Espíritu para que esté con nosotros.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1ª Corintios 3:16.

Abraham Israel Hernández Rodríguez
Valle del Sol, Monterrey, NL.

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