Para poder iniciar el desarrollo del presente tema, es importante que establezcamos las bases de los conceptos que lo componen: ley de Dios, es el conjunto de los comúnmente denominados diez mandamientos contenidos en el libro de Éxodo 20:1-17, que fueron explicados por el Señor Jesucristo y se dividen en dos partes, la primera referida al amor a Dios, y la segunda, el amor al prójimo, mismo que se debe entender desde la perspectiva textual y espiritual según la nueva doctrina del nuevo pacto explicada en el Sermón del monte.
El segundo elemento es el camino, y fundamentados en el diccionario de la Real Academia Española, se define como: “Dirección que ha de seguirse para llegar a algún lugar.” Ahora bien, recordemos que el contexto de que se trata este tema es puramente espiritual, por lo que se debe entender en este sentido, lo que derivado del concepto ofertado, resulta que ese lugar que se indica en el plano de lo espiritual cristiano es la vida eterna, mientras que la dirección que se sigue para llegar a ese lugar es el bien, que todos los actos que se lleven a cabo por el caminante (nosotros) sean bien intencionados conforme a la doctrina de Dios.
Y para que se trate el asunto de una Ley, es importante determinar su vigencia, misma que es resuelta por el Señor Jesús en el Sermón del monte (Mateo 5:17 y 18), cuando afirma que su propósito no era abrogar la ley o los profetas, sino cumplir ambos. Esto se denota, primero, en el cumplimiento de las profecías de las cuales el mismo Señor Jesús vino a dar cumplimiento, y segundo, que la Ley de los diez mandamientos también fueron cumplidos por el Señor Jesús, pero no solo él, sino sus seguidores, es a saber, los apóstoles, dándole mayor valor a la esencia que a la letra, por lo tanto, la vigencia de la Ley es hasta el día de hoy.
Por otra parte, el Señor Jesucristo en Mateo 7:13 y 14, habló metafóricamente acerca de dos caminos: uno es angosto y el otro es ancho, pero ¿Cuál es el mejor? La lógica común del ser humano seguramente tiene como respuesta que el ancho, ya que es más fácil de transitarlo y hay más libertad de desplazamiento; pero al parecer del sentido espiritual y en la recomendación del Señor Jesús, es mejor el camino angosto, en el entendimiento de que es más complicado transitarlo, porque el fin que tiene es mejor que el del ancho. Aquí el punto toral del tema: un camino que lleva a la vida eterna, comprendiendo que la vida eterna es la permanencia de la existencia de un ser en el tiempo, lo que conforma la esperanza motora de los cristianos y al mismo tiempo lo que es parte de las características de nuestro Dios.
En la historia de la humanidad hay registros de personas que quieren encontrar el elixir de la juventud, porque buscan esa estancia permanente en la existencia, sin embargo lo hacen desde la perspectiva física, mientras que Dios la ofrece desde un punto de vista espiritual, los fines son de la salud del alma y no la salud del cuerpo. Por lo tanto, esa búsqueda de la pócima para la eterna juventud está basada en cosas físicas y fantásticas, pero la vida eterna está basada en las virtudes que parten del hábito y de la elección de valores sobre los objetos espirituales, y dichos objetivos parten de un concepto llamado MANDAMIENTOS.
Cabe aclarar que conforme a la interpretación de la ley de Moisés, los hebreos creen que la ley se debe cumplir al pie de la letra, lo que es justificado por dicha ideología, pero no es así en la nueva doctrina. Al constituirse el nuevo pacto y anunciarse la nueva doctrina, el Señor Jesucristo como portavoz de Dios el Padre, manifestó que la ley debe entenderse desde el aspecto formal, pero sobrepasando en todo momento el aspecto espiritual, esto se demuestra con las palabras que al respecto se mencionan en Mateo 22:37-39 que como resultado del análisis del texto se encuentra como elemento común al amor, y el amor según la explicación del apóstol Pablo en 1ª carta a los Corintios 13. Pero ¿Cómo es que la Ley de Dios se vuelve un camino hacia la vida eterna?, es evidente que no es un camino el hecho de aprenderla de memoria y recitarla todo el tiempo; la respuesta tampoco sería que cumpliéndola al pie de la letra y, lo que sí es posible afirmar es que es camino a la vida eterna siempre y cuando exista de verdad la buena intención y la obra que implica el concepto del amor a Dios y al prójimo, a través de las acciones que se muestran en la vida diaria.
Por ello, es indispensable ante todo que tengas fe en que existe Dios, después hacer de tu vida un ser cristiano a la manera de Cristo, no a la manera del protestantismo, posteriormente debes de tener la esperanza de que más allá de una buena vida material, buscas una vida espiritual eterna que trascienda en el tiempo y por último debes tener claro que para alcanzar esa vida eterna no basta con creer que Dios existe, sino saber que se alcanza con hechos que Dios nos indica a través de las Sagradas Escrituras (Biblia).
Royer Ramírez Cruz
Atotonilco, Morelos
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