“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo.” Así dijo el Apóstol Pablo a la Iglesia de Filipo.
En base a lo anterior, deseo considerar con ustedes estas palabras que, como dijo el mismo Apóstol: “han sido escritas para nuestra enseñanza.”
Irreprensible, según el diccionario, significa: conducta que no amerita represión; por lo tanto, la única forma de lograr tener una actitud irreprensible, es siendo responsable; y, lo responsable, requiere a su vez de: amonestar, corregir o censurar a alguien por una mala conducta.
Consideremos también el contexto Bíblico de Filipenses 2:12, que dice: “como siempre hubieses obedecido… ocupas en vuestra salvación con temor y temblor.”
Uniendo estos dos conceptos, tenemos como consecuencia, de ocuparnos de nuestra salvación poniendo toda nuestra atención y diligencia, es decir dándole la importancia debida y necesaria, y qué mejor forma que por medio de una conducta que no dé lugar a reproches o reprensión alguna, para a su vez, convertirnos en luminares para el mundo.
En Malaquías 2:1-10, encontramos malos ejemplos de actos dignos de reprensión, de los sacerdotes que cayeron en la infidelidad de los deberes, por no tener cuidado en la luz con temor, y temblor, lo cual no sólo les afectó en su vida personal, sino que también hicieron que el pueblo tampoco respetara la ley y no buscara la amistad con Dios. Lo cual es también un ejemplo para nosotros, desde luego, no para imitarlos, sino para evitar caer en los mismos errores.
Un ejemplo más lo encontramos en 1ª Samuel 2:22-25, en donde dice que, los hijos del Sacerdote Eli, por no tener cuidado en su forma de ser, actuaron mal, pisoteando las ofrendas del pueblo, por lo cual como consecuencia, no sólo perdieron el privilegio de servir a Dios como sacerdotes, sino que fueron condenados a muerte por las obras perversas que hicieron, segados y endurecidos por lo cual no alcanzaron misericordia.
Para complementar el análisis de texto referido inicialmente, es necesario también considerar y analizar los siguientes términos:
Sencillo.- Que significa: modesto; que carece de adornos; digno de confianza; en sentido figurado ingenuo; que no engaña a los demás.
Modestia.- Virtud que nos impide hablar o pensar orgullosamente de nosotros, falta de ostentación y de lujo; también significa pudor, recato, honestidad y decencia.
Con las anteriores definiciones, podemos más fácilmente comprender la exhortación que hace el Apóstol Pablo en Romanos 12:3, que dice: “…que no tenga más alto concepto de sí, que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme a la medida de fe.”
Estas características de sencillas e irreprensibles, no deben ser aplicadas o vividas sólo en el hogar, o en la congregación a la que pertenecemos, sino que debemos mostrarlas en todo lugar en donde nos encontremos, pues, existe una gran responsabilidad de mostrarnos a las gentes como hijos de Dios, por lo que, actuando o conduciéndonos sencilla e irreprensible mostramos así, la calidad de buenos cristianos. La escritura así lo manifiesta, en 2ª Corintios 3:2 “Nuestras letras sois vosotros en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres.”
Los ojos de ellos (los gentiles) están atentos hasta en los más mínimos detalles, de todo cuando decimos o hacemos: la forma de hablar, las palabras que utilizamos; las amistades que frecuentamos; nuestro vestir; nuestras relaciones familiares, etc.
Si mantenemos nuestra vocación, nada podrán decir que avergüence: a nosotros, a nuestros Obreros, a nuestros Ministros. Por ello es necesario también considerar la exhortación que hace el Apóstol Pablo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse.” (2° Timoteo 2:15).
Por tal razón, debemos caminar recto, por la línea que se llama justicia, que no nos permite ir a la derecha o a la izquierda y que es la única que nos lleva a nuestro Salvador, asegurándonos estar con él para siempre en su reino y que nos aseguran también, que habrá gente que seguirá el buen camino por la virtud que manifestamos al andar en medio de ellos. Y solo así, cumpliremos lo estipulado en Filipenses 2:15. Que en medio de tanta maldad, salgamos limpios y justificados, sin nada que nos acuse o que nos estorbe, para lograr llegar a nuestra meta. Ver el rostro de nuestro Dios y gozar de la presencia de nuestro hacedor, Jesucristo, al cual daremos honra y gloria por siempre.
Has tuyas, las palabras que se encuentran escritas en Apocalipsis 22:20. “Ven Señor Jesús”
Min. Federico Hernández López
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