La Biblia nos enseña la historia del pueblo de Israel y cómo fue que Dios eligió a Abraham para ser el padre de una gran nación, pueblo que Dios adoptó como propio, sobre el cual depositó todo tipo de bendición; sin embargo dicho pueblo se rebeló en innumerables veces siguiendo a dioses paganos o simplemente olvidando el pacto que habían hecho, de tal forma que Dios tuvo que castigarlos y dejar el precedente para las siguientes generaciones.
Años en el desierto, castigados por mano de naciones ajenas, cautiverios y desgracias fueron el pago a su extravío, clara muestra para nosotros.
Hoy también hemos sido llamados a ser parte del pueblo de Dios, de la Iglesia que vino a fundar Cristos Jesús ganándola con su propia sangre y por ello debemos pensar en ser mejores cada día.
Son muchos los retos que tenemos como hijos de Dios, sin embargo todos son alcanzables en la medida en que elegimos seguir al Señor con una convicción plena.
Seguramente la problemática que tenía el mundo en el tiempo de Jesús era diferente al actual, pero la constante es el pecado, mismo que hoy tenemos que contrarrestar para pulir nuestro espíritu.
Como jóvenes de la Iglesia nuestro testimonio es una parte realmente importante, para que el mundo sepa que somos hijos de Dios, el desorden moral, social y familiar que vive la sociedad no debe ser parte de nuestras vidas, pues somos parte del pueblo de Dios.
Debemos usar los medios que tenemos para publicar que Cristo mora en nuestro corazón, que nuestra vida ha cambiado y que la única meta que defenderemos ante todo, es la vida eterna.
Dios mandó desde el principio estar alejados del pecado, porque no puede existir comunión entre lo santo y lo profano, son polos opuestos por naturaleza, así que todas nuestras decisiones deben ser tomadas como espirituales, jamás como seres carnales, ya que actuar sin el espíritu de Dios solo trae como resultado el pecado.
Dios quiere de nosotros una vida integra en santidad, seamos Santos como nuestro Padre lo es. Él siempre ha cuidado y procurado a los suyos dándoles todo cuanto necesita, hoy nos ha adoptado como hijos y da todo para nosotros, lo único que nos pide es fidelidad, integridad y amor.
La lucha contra un mundo de pecado es difícil pero Cristo Jesús decía “…Confiad yo he vencido al Mundo…” Juan 16:33. Esta es una clara muestra de que con espiritualidad podemos vencer y esa victoria deberá ser de cada día, en cada oportunidad donde el pecado se presente frente a nosotros, en cada momento difícil, donde nuestra fe nos ayude a salir librados, mostrando nuestra luz, ejemplo y testimonio para que muchos vengan y conozcan las maravillas de Dios.
“Porque tú eres pueblo santo, a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra” Deuteronomio 7:6.
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